Tras la intensificación de los cortes eléctricos en Venezuela, el suministro regular de agua empeoró notablemente, generando aún más dificultades para los ciudadanos venezolanos. De acuerdo con un estudio del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, un 72% de las personas almacena agua, sin embargo, no todos tienen la posibilidad de hacerlo siguiendo recomendaciones internacionales para prevenir enfermedades, es decir, utilizando envases herméticos.
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Como si fuera poco, para potabilizar el agua, no todos están en capacidad de hervirla como ocurriría en cualquier otro lugar de la región. El suministro de gas, fundamental para llevar a cabo este simple procedimiento, es también cada vez más irregular. “No la hervimos, la agarramos y así nos las tomamos, dispuestos a lo que venga” aseguró a Venezuela 360 de la Voz de América, Miriam Vega. Ella vive con su familia en un empobrecido sector de Caracas y tomó la decisión de limitar el consumo de gas para asegurarle a su familia la cocción de los pocos alimentos que puede comprar.
Como ella, miles de venezolanos deben medir el uso de servicios básicos como el suministro de gas y agua. Sin embargo, el gobierno en disputa permanentemente asegura trabajar para garantizar la calidad de vida a las comunidades. “Venezuela tiene un sistema de seguridad social, de protección social, de misiones, grandes misiones y específicamente, un sistema de salud profundamente humano, profundamente incluyente”, aseguró recientemente el presidente del gobierno en disputa, Nicolás Maduro.
Los ciudadanos consultados por la Voz de América, sostienen que en cambio, no obtienen respuestas y aseguran que la crisis de los servicios básicos les impide seguir hasta las recomendaciones más sencillas para evitar la propagación de enfermedades que si no se atienden a tiempo, pueden ser fatales. Entre ellas, la propagación del dengue, el virus chikungunya o el zika.
El riesgo de contagio no sólo lo corren los venezolanos dentro del país por las precarias condiciones antes descritas, que no permiten aplicar ni las más mínimas recomendaciones de prevención que determinan los organismos de salubridad mundial.
El masivo éxodo de venezolanos también lleva el riesgo de que una vez contagiados, los migrantes extiendan el potencial vector de influencia de este tipo de males a países en los que si bien hay condiciones para prevenir las enfermedades, no tienen cómo extender esos controles cuando la población inmigrante venezolana cruza las fronteras o llega a sus territorios.