La agencia calificadora Moody’s rebajó la puntuación crediticia de Nicaragua de B2 a B3, a consecuencia del deterioro de la fortaleza económica y de la dificultad que podría enfrentar el país para acceder a nuevos financiamientos externos.
Moody's explicó en su evaluación que “la fortaleza económica (de Nicaragua) se ha debilitado como resultado de las tensiones sociales que probablemente dejarán un impacto negativo duradero en el crecimiento futuro de la producción debido al clima de inversión más débil".
"Además, el riesgo de un acceso reducido al crédito externo oficial está creando desafíos de financiación y restringiendo la capacidad de las autoridades para apoyar la actividad económica”, agregó.
Según el economista nicaragüense Luis Núñez, Moody’s dejó a Nicaragua al borde de caer en la siguiente clasificación, donde están las economías con pocas perspectivas de recuperación, acercándola así al riesgo de impago de la deuda del sector público, donde se encuentra Venezuela.
“Lo que está diciendo la calificadora a los inversionistas extranjeros es que Nicaragua podría -en determinado momento- no poder pagar, es decir caer en una posición de impago, como lo que está pasando en Venezuela”, explicó Núñez.
En ese caso, advirtió, “todos los bonos que puedan estar en manos de extranjeros, todos los bonos emitidos por el estado nicaragüense podrían caer en impago”.
El economista teme que el alto riesgo crediticio de Nicaragua debilite aún más la inversión extranjera -que es uno de los principales soportes de la economía- en el país. Además, se esperan mayores restricciones en el crédito, incluso en las necesidades del gobierno mismo.
Núñez también alertó del severo deterioro de la imagen país de Nicaragua ante los inversionistas internacionales, opinión que comparte otro experto en la materia, Luis Murillo.
“Mientras este país no llegue a un acuerdo de carácter político, vamos a seguir deteriorando la situación y los flujos internacionales, sobre todo de préstamos, cooperación y remesas van a tener dificultades en llegar”, declaró Murillo.
Pero no toda la información es negativa.
Pese a que la agencia rebajó un grado la calificación de Nicaragua, cambió la perspectiva de negativo a estable, aduciendo que “el impacto financiero de los disturbios sociales ha disminuido y que el ajuste en las cuentas externas del país ha ayudado a contener los riesgos de liquidez derivados de menores entradas de inversión extranjera directa”.
Moody’s ahora espera que la economía de Nicaragua reporte un crecimiento anual promedio de alrededor del 0,7% de 2020 a 2022.
Pese a las advertencias de los analistas y calificadoras de riesgo, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, defiende el modelo de “economía creativa” que impulsa el gobierno para enfrentar la crisis económica que vive el país.
“Cuántas expresiones de desprecio sabemos que se dan todos los días a esta restauración de la economía en Nicaragua, que ha sido posible después de la destrucción de los que odian, que ha sido posible por el esfuerzo, por el sudor de tantos nicaragüenses trabajadores, laboriosos, talentosos, exitosos, nicaragüenses honrados que aman a Nicaragua”, dijo la vicepresidenta.
El gobierno de Nicaragua ha tenido que echar mano de la llamada “economía creativa” ante la imposibilidad de devolver la confianza que demanda la empresa privada y la inversión extranjera para invertir y así crear nuevos puestos de trabajo formales y de calidad.
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