El presidente Barack Obama pronunciará este martes desde la sede del Congreso en Washington el tradicional discurso sobre el Estado de la Nación con dos preocupaciones fundamentales en mente: la economía, que tanto interesa a todo el país, y las elecciones de noviembre próximo, en la que los republicanos aspiran arrebatarle la Casa Blanca.
Obama tratará de apuntalar su discurso sobre señales alentadoras como la de que el crecimiento económico del último trimestre de 2011 podría ser el mejor en año y medio, que la tasa de desempleo se redujo de 9,1 por ciento en agosto a 8,5 por ciento en diciembre, y que los consumidores se sienten un poco más cómodos ahora que hace un año.
Se espera que en su discurso perfile planes económicos relacionados con los sectores de manufactura, energía y educación, y según fuentes de la Casa Blanca propondrá nuevas ideas para tratar de conseguir que los ricos paguen más impuestos. El portavoz presidencial, Jay Carney, dijo que Obama “trazará una agenda que considera factible, aunque obviamente es ambiciosa”.
En un año en el que la temperatura electoral ya comienza a sentirse, Obama sin duda tratará de no desperdiciar la mejor oportunidad que tiene un presidente para movilizar a partidarios y tratar de desarmar a sus rivales, frente a ambas cámaras del Congreso, teniendo como espectador a todo el país y en el horario de mayor teleaudiencia en la nación.
Pero si los 36 meses que lleva en la Casa Blanca no han sido un paseo, con un ejecutivo y un Congreso cada vez más divididos, el tiempo que resta de ahora hasta los comicios presidenciales de noviembre no anticipa ser más apacible, ni tampoco más favorable para que el presidente logre hacer realidad su vieja promesa de cambiar la forma en que se hace política en Washington.
En su discurso del año pasado, poco después del atentado en Tucson que casi le cuesta la vida a la congresista demócrata por Arizona Gabrielle Giffords, Obama invocó la unidad nacional, pero su pedido fue seguido por disputas partidistas unas tras otras en el Congreso, y el resultado es que la mayoría de los estadounidenses están hoy impacientes e inconformes con el trabajo de sus líderes, tanto republicanos como demócratas.
Aunque algunas de la promesas presidenciales se han hecho realidad como el fin de la guerra de Irak y su reforma del sistema de salud --todavía bajo ataque republicano—otras como una nueva ley de inmigración, e iniciativas como las reformas en la educación y en el sistema tributario, y la eliminación de subsidios a las compañías petroleras siguen siendo metas inalcanzadas.
Debido al fragor que ya anticipa la campaña electoral en los meses venideros, algunos objetivos de Obama no menos importantes podrían quedar irremediablemente aplazados, entre otros, el compromiso de impulsar la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías energéticas, la promoción del tren bala y del acceso a Internet de banda ancha en todos los rincones del país.
El líder republicano y presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo por anticipado que el discurso de Obama expondrá “las mismas viejas políticas”, y las identificó con más gastos, y mayores impuestos y regulaciones que dañarían la economía.
La Casa Blanca anunció que una semana después de que el presidente pronuncie el discurso sobre el Estado de la Nación, participará durante 45 minutos en una teleconferencia por Internet –el lunes 30 de enero por la tarde— mediante el sistema Google Plus, para contestar preguntas que formulen los estadounidenses en la red.
Las preguntas, que ya comenzaron a llegar algunas en texto y otras en grabaciones de video, serán recibidas hasta la medianoche del sábado 28 de enero en el canal de Youtube de la Casa Blanca. Los internautas seleccionarán las que consideren más interesantes, mediante votación, y éstas serán incluidas en la teleconferencia.