La inestabilidad cambiaria que vivió Venezuela a finales de agosto reflotó un fenómeno económico propio de momentos de mucha crisis en los mercados populares, los vendedores ambulantes y transportistas: el “dólar buhonero”.
La tasa del dólar en mercados paralelos del país suramericano, de 28 millones de habitantes, se disparó en cuestión de horas en la semana del 22 al 26 de agosto: la moneda estadounidense pasó de cotizarse desde cerca de 6 bolívares a casi 9 en apenas dos días.
La coyuntura llevó a que el gobierno de Nicolás Maduro inyectara una oferta de decenas de millones de dólares a precio oficial a través de la banca para estabilizar la tasa de cambio, que ahora ronda los 8 bolívares por unidad de divisa, sean euros o dólares estadounidenses.
La inestabilidad de la economía generó que un sector informal recurriera a sus propias matemáticas, tendientes a la especulación y a la fijación de precios altísimos.
“Está apareciendo un nuevo tipo de cambio que llaman ‘el dólar buhonero’; el que transportistas nocturnos y negocios informales calculan según su propio criterio, a 9 o 10 bolívares por dólar”, es decir, hasta dos bolívares sobre la tasa del Banco Central, escribió en su cuenta de Twitter el director de la firma privada Datanalisis, José Gil Yépez.
Ese fenómeno prevaleció en el buhonerismo venezolano entre 2017 y 2019, explica el consultor financiero y presidente de las firmas Venecapital y Moore GSF, Oscar Doval.
También lea El “golpe” de la inflación de agosto dejó a muchos venezolanos en “dieta forzosa”En esos tiempos, Venezuela atravesaba el ojo de un huracán hiperinflacionario, considerado por los expertos como el segundo más largo de la historia contemporánea.
Durante cuatro años consecutivos, los precios de productos, bienes y servicios escalaron con rapidez y con una tasa inflacionaria anual de miles de puntos porcentuales.
Entre abril de 2018 y el mismo mes de 2019, la inflación en Venezuela fue de 283.000 %, por lejos la más alta del mundo, según los reportes del Banco Central.
“El dólar buhonero realmente es el que se emplea en la economía informal. Existió en una época, sobre todo en la hiperinflación, donde había un ‘marcaje’ en calle del precio del dólar paralelo, al que se sumaba una probabilidad por el precio de reposición (de productos e inventarios), que en oportunidades se montaba por encima del paralelo”, detalla Doval.
Ese fenómeno condujo a una “carga inflacionaria en dólares” de todo lo que los vendedores ambulantes ofrecían en las calles de Caracas y el interior del país. Por algún tiempo, en 2021, ese dólar buhonero “se extinguió prácticamente”, dice, por la estabilidad de la tasa de cambio que mantuvo el BCV con la oferta semanal de dólares oficiales.
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El menudeo o las transacciones comerciales con pagos de dinero en cantidades pequeñas, de uno a 10 dólares, por ejemplo, es “mucho más pronunciado” en mercados populares donde el escenario es fértil para ese “dólar buhonero”, puntualiza el economista Manuel Sutherland, integrante del Centro de Investigaciones y Formación Obrera de Venezuela.
No se trata de un fenómeno exclusivo del país suramericano, sino que ocurre en naciones donde hay “un desorden cambiario”, como Zimbabue, aseguró el especialista a la Voz de América.
La influencia de ese dólar buhonero “no es muy grande” en el resto de la economía venezolana, aclara. Su origen está en “una quiebra de la política monetaria” y en la inexistencia de billetes de baja denominación, bien sea en bolívares o en divisas.
“Con una dolarización desastrosa y desorganizada, hay muchos billetes de 100 dólares y poco cambio, y eso estimula la especulación en cuanto al sencillo” en Venezuela, añadió.
La aparición del dólar buhonero es controlable, opina Sutherland, quien, no obstante, dice no observar ni deseo ni necesidad en el gobierno de Maduro para enfrentarlo.
“Algo sencillo sería imprimir billetes en bolívares de baja denominación y hacer una política que mantenga la estabilidad terminando con la nefasta sobrevaluación del tipo de cambio”, con aquellas inyecciones periódicas de ofertas de divisas con un precio en bolívares menor a lo que realmente debería fijarse, según advierten analistas como Sutherland.
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José Antonio Lugo, un venezolano que camina presuroso hacia el Banco de Venezuela la tarde del primer lunes de septiembre, cuenta cómo la inestabilidad cambiaria ha amenazado la alacena de su familia.
“Toca racionar todo”, dijo, subrayando que gana un sueldo mensual en bolívares y no en dólares. “Estoy preocupado”, confesó.
La economía de Venezuela parece haber vuelto a su dualidad cotidiana. Hay quienes se rigen por ley por la tasa oficial de cambio, mientras otros prefieren atar sus precios al dólar paralelo. Esas tasas “negras” se conocen por un promedio que notifican de mañana y de tarde varias páginas y cuentas de redes sociales, como Monitor Dolar o Dolar Today.
El presidente Maduro, a quien la oposición política acusa de usurpar el cargo desde enero de 2019, insistió hace dos semanas en que el dólar oficial es el del Banco Central y acusó a “grupos inescrupulosos” de elevar su cotización en mercados paralelos de forma ficticia.
“La gente se mueve por el Monitor Dolar y por (la tasa en) el BCV, lo que es el reporte diario de precios y los precios en bolívares se ponen en consecuencia”, admite Doval.
El dólar buhonero ha vuelto a ser luego de la tormenta cambiaria de agosto pasado en un mero “referente del dólar paralelo”, que llevó a remarcar precios entre los buhoneros, a quienes miles de venezolanos recurren para hacer sus compras, asegura el especialista.
“Los comerciantes hicieron remarcajes de precios en bolívares, más que en dólares, ante el temor de perder valor de sus insumos e inventarios. Hoy, en los mercados municipales están utilizando nuevamente como referencia precios del dólar paralelo”, apunta.
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