La administración Trump anunció esta semana 122 millones de dólares en nuevos programas para alianzas bajo la Iniciativa Desarrollo y Prosperidad Global de las Mujeres, y la publicación de varias reformas legales para afrontar las barreras legales y culturales que enfrentan las mujeres para la participación económica alrededor de mundo.
Dicha iniciativa es presentada como “un enfoque de todo el gobierno” que busca llegar a 50 millones de mujeres en los países en vías de desarrollo, con una meta basada en tres pilares ofreciendo entrenamiento vocacional para mujeres, empoderándolas para triunfar como empresarias y eliminando las barreras legales o de políticas que le impiden a las mujeres tener una mayor participación en la economía.
La asesora e hija del presidente, Ivanka Trump, el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, y el secretario de Estado Adjunto, Stephen Biegun, hicieron el anuncio con un acompañamiento virtual de aliados del sector privado que incluyeron a Walmart, Microsoft y Mastercard.
“Este es el tipo de acción clara para expandir los esfuerzos del gobierno federal, el sector privado y otros aliados para eliminar barreras que restringen la habilidad de las mujeres para participar en las economías locales que han sido el modelo estadounidense para el éxito”, dijo Trump.
La iniciativa viene en momento que han surgido nuevos retos y cuando la pandemia exacerba las ya existentes inequidades de género alrededor del mundo. Reportes de numerosos países han mostrado que las mujeres han sido desproporcionadamente impactadas por el coronavirus alrededor del mundo, desde asuntos de salud y la economía hasta seguridad y protección social.
Según datos de Naciones Unidas, el 60 por ciento de los empleos de las mujeres son en el sector informal de las economías con una protección social limitada. Esto significa que frecuentemente las mujeres son ignoradas por programas de alivio que buscan redinamizar las economías, mientras son vulnerables a la pobreza y la falta de seguridad alimentaria, según Megan O’Donell, subdirectora del Centro para el Desarrollo Global, un programa de apoyo a las mujeres. “Hemos visto evidencia que los negocios de mujeres tienen m[as posibilidades de cerrar que los de los hombres”.
Y con los niños fuera de las escuelas, las mujeres están asumiendo mayores responsabilidades de crianza, forzando a muchas a separarse de sus centros de trabajo y exacerbando las consecuencias económicas del trabajo no remunerado de crianza que las mujeres hacen de forma desproporcionada. Más aún, las mujeres afrontan un incremento de violencia doméstica como resultado de los confinamientos, y encuentran menos acceso a servicios de salud reproductiva o salud sexual, al desviarse los ya limitados recursos a la atención de la pandemia.
Las mujeres también representan un 70 por ciento de los trabajadores de salud alrededor del mundo, arriesgando sus vidas para salvar a otros, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Promover la participación de las mujeres en medio de la crisis del COVID requerirá atención a estos temas, algo que la iniciativa debería tomar en cuenta para cumplir con su promesa”, dijo Jamille Bigio, una investigadora del Programa Mujeres y Política Exterior en el Consejo de Relaciones Exteriores.
Las mujeres como motores económicos
La iniciativa considera que las mujeres no deben ser vistas como víctimas que esperan que alguien venga a rescatarlas, pero que deberían ser vistas como motores de la recuperación económica tras la pandemia, dijo Kelley Currie, embajadora estadounidense para asuntos globales de la mujer.
“Estamos enfocadas en cómo las barreras a la participación de las mujeres pueden ser removidas para que puedan ser participantes plenas en la economía y cómo pueden impulsar la prosperidad y el crecimiento”, dijo Currie.
Sin embargo, algunos observadores cuestionan si el enfoque limitado de la iniciativa y el relativamente pequeño presupuesto de 100 millones de dólares será suficiente para enfrentar el reto.
Aunque la iniciativa ha crecido sostenidamente de sus iniciales 50 millones, no está cerca de las decenas de miles de millones invertidos en PEPFAR, la iniciativa para enfrentar la epidemia del SIDA que lanzó el entonces presidente George W. Bush en el 2003.
“Para igualar la escala del problema, esta iniciativa necesitará apoyar soluciones de toda escala”, dijo O’Donell, agregando que las posibilidades de éxito aumentarán si aquellos implementando la iniciativa tienen mayores recursos a su disposición.