Tras avanzar galopante durante los dos últimos años, la economía mundial está dando señales de debilitamiento. Estados Unidos, China y Europa están enfrentando la creciente amenaza de la desaceleración.
Pocos economistas prevén una recesión global total dentro del próximo año. Sin embargo, el crecimiento sincronizado que impulsó la mayoría de las economías desde 2017 parece estar languideciendo. Los riesgos han sido magnificados por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la pelea que divide a Gran Bretaña por su salida de la Unión Europea y los continuos aumentos de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Todo esto ha sido suficiente para contribuir al amplio retroceso en los mercados mundiales de bolsas de valores. Contando las substanciales pérdidas recientes, los índices estadounidenses, que habían subido hasta en un 10% en el año, han perdido todo lo que ganaron en este 2018.
Se prevé que la Fed suba por cuarta vez este año su tasa de interés a corto plazo, clave para la economía. Las alzas de tasas de interés del banco central ayudan a controlar la inflación. Pero también hace más caros los préstamos para consumidores y negocios. Y para los países que tomaron dinero prestado en dólares, los aumentos de la Fed hacen que las deudas sean más difíciles de pagar. Argentina, por ejemplo, ha caído en recesión porque el costo de sus pagos de deudas ha aumentado.
El crecimiento colectivo de las grandes economías del mundo en los dos últimos años fue ampliamente bien recibido luego de una débil recuperación de la crisis financiera de 2008. Aun así, pocos economistas consideraron que el crecimiento acelerado era sostenible, o siquiera deseable, a la larga.
Lo que preocupa es que una expansión global prolongada podría causar inflación o inversiones especulativas que inevitablemente desacelerarían las economías vulnerables.
Con información de AP.
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