La ciudad colombiana de Barranquilla construye uno de los ecoparques más grandes de Latinoamérica, con el que la nación suramericana impulsa un ambicioso plan para recuperar y preservar zonas visiblemente afectadas por la contaminación.
El Ecoparque de la Ciénaga de Mallorquín es una iniciativa que busca además atraer la atención de la población del lugar y sensibilizar sobre una zona vulnerable que ha estado por décadas abandonada. La inversión de la obra es por un monto total de 48 millones de dólares, al cambio actual en peso colombiano.
“La gran mayoría de los barranquilleros no conocía la ciénaga y no le importaba la ciénaga, ahora que la visiten y la conozcan les va a importar, el principio tiene que ser siempre el reconocimiento y la apropiación de los espacios y eso es lo que estamos haciendo aquí, apropiándonos para que luego podamos seguir recuperándolo”, dijo a la Voz de América el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, mientras recorría los senderos que están en construcción.
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“Tenemos que asegurarnos de que algo que nunca se miraba ahora lo vamos a mirar y lo vamos a arreglar”, resaltó el funcionario.
El Ecoparque de la Ciénaga de Mallorquín contará con cinco kilómetros de senderos peatonales, la mitad de ellos sobre el agua y la otra mitad dentro de los manglares que lo bordean. Incluye ciclorrutas, un sector para deportes acuáticos y locales comerciales.
“Hoy en Colombia y en Latinoamérica no hay un proyecto de esta envergadura para un ecosistema como este que es un sistema manglar, un sistema cenagoso y obviamente una conexión con el mar Caribe o con cualquier mar”, dijo Pumarejo, quien espera entregar las obras antes del fin de su mandato en diciembre próximo.
Esta Ciénaga de Mallorquín está ubicada en la orilla izquierda de la desembocadura del río Magdalena, el mayor de Colombia con una extensión de 1.540 kilómetros. La Ciénaga de Mallorquín tiene una vistosa barrera natural de mangles que protege a la ciudad de los impactos del cambio climático.
Este ecosistema de bosque repleto de manglares puede capturar entre 10 y 15 veces más dióxido de carbono que un árbol tradicional, lo que a su vez garantiza que al no ir a la atmósfera, evita el calentamiento del planeta que ya padecemos debido a la actividad humana asociada, por ejemplo, a la extracción y quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural; a los incendios forestales y a procesos naturales como erupciones volcánicas.
Este proyecto también incluye un tren turístico sobre el Malecón del Río, una infraestructura de dos kilómetros que acercará a los visitantes hasta la primera parte de la playa.
Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo por kilómetro cuadrado, según constatan las estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente. La nación cuenta con más de 50.000 especies registradas y cerca de 31 millones de hectáreas protegidas, equivalentes al 15 % del territorio nacional.
Una tierra olvidada
La Ciénaga de Mallorquín ha sido un territorio olvidado, aseguran expertos consultados.
“Era un sistema que antes estaba conectado directamente al río Magdalena pero desde la construcción de los tajamares esa conexión se interrumpió abruptamente”, dijo a la Voz de América Juan Camilo Restrepo, profesor de la Universidad del Norte e ingeniero medioambiental que ha seguido por años el comportamiento de esta Ciénaga.
Explicó que pese a ser "ecosistemas de gran importancia, están infravaloradas".
"La mayoría de las personas no saben las funciones ecosistémicas que tiene (...) Su papel fundamental en la regulación hídrica, también en la asimilación y transformación de sustancias químicas, ayudan en la cadena alimenticia y ayudan en la asimilación de contaminantes", afirmó el ingeniero.
La comunidad del sector aledaño a la Ciénaga de Mallorquín ha impulsado iniciativas de recuperación desde hace más de 15 años, pero de acuerdo con María Correa, líder del barrio de Las Flores, cercano al lugar, estos proyectos desafortunadamente no han sido atendidos.
“Nosotros visionamos el Ecoparque Mallorquín, lo llevamos a nivel de prediseño conceptual”, dijo Correa a la VOA, lamentando que esta propuesta presentada no ha sido tomada en cuenta en la implementación del proyecto.
“Este territorio se comporta como un territorio rural dentro de lo urbano, un territorio con una cultura y una forma de ser, estar y vivir diferente, no se ha mirado esa riqueza tan gigante y es el pescador, el pescador es el que ha colonizado estas playas. Estas inversiones no son humanistas, a la primera población que van a desaparecer es al pescador”, afirmó.
De acuerdo con el profesor Restrepo, quedan muchos asuntos pendientes.
“Falta resolver temas como la contaminación orgánica por coliformes fecales, falta resolver el tema de los metales pesados tanto en agua como sedimento y lo que está en riesgo aquí es la funcionalidad y persistencia del sistema”, dijo Restrepo.
Su opinión está además sustentada en un informe de líderes del sector del 2005, titulado "Plan de Desarrollo Barrial. Las Flores Eje del Desarrollo Sostenible de Barranquilla y el Litoral Caribe Colombiano".
Obra genera controversia entre pobladores
Víctor Enrique Molina es un pescador de 65 años, para quien la Ciénaga de Mallorquín es parte de su existencia.
“La Ciénaga de Mallorquín es todo en mi vida, de ahí es de donde hemos sacado el sustento de nuestra familia, nuestros hijos han sido educados (...) a través del mar, a través del río", dice Molina.
En diálogo con la VOA recordó que en 1991 de la Ciénaga sólo quedó la tierra.
Pumarejo, el alcalde de Barranquilla, aseguró que durante el proyecto ha habido una política de acercamiento a "los diversos estratos socioeconómicos" para explicar la obra. Muchos -afirma Pumarejo- creen que era necesaria la inversión y "se sienten orgullosos y lo asumen como parte de su legado". Otros -agrega- "no han entendido el proyecto".
"[A éstos] los acercamos para mostrarles que esto es un proyecto sostenible donde estamos usando todas las técnicas de sostenibilidad, no estamos talando indiscriminadamente, aquí dejamos un legado a largo plazo donde vamos a tratar de integrarnos con la comunidad del barrio Las Flores y de La Playa, tenemos un proyecto de saneamiento de aguas no sólo de este proyecto, sino de todas las aguas que confluyen en un arroyo y en el Mar Caribe", explicó el alcalde.
Molina, el pescador que ha vivido aquí por años, está entre los que sienten temores por el momento.
"El gremio pesquero y la comunidad de Las Flores no somos nadie para detener el desarrollo de nuestra ciudad y menos de Colombia (...) La única molestia de nosotros es que nos hayan ignorado totalmente, porque a la propia comunidad no se le ha socializado este proyecto”, lamentó Molina sentado en una barca de pesca.