Las tortugas marinas dañadas por la basura del océano se someten a rehabilitación en un hospital de animales en el sur de Ecuador, recuperándose lo suficiente como para regresar a la naturaleza o al menos educar al mundo sobre su difícil situación.
La mayoría de las tortugas rescatadas por el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina del Parque Machalilla, ubicado en la playa de Salango, en la provincia de Manabí, tienen basura o anzuelos en sus intestinos. A menudo confunden el plástico con las medusas y se lo comen.
Otras tienen fracturas por ser golpeadas por pescadores o embarcaciones y varias ingresan al hospital atrapadas en redes y plásticos, dijo el veterinario Rubén Alemán, quien creó el centro en 2012 con ayuda de donaciones y asistencia de organismos dedicados a la conservación de la naturaleza.
Alemán limpia cuidadosamente el caparazón herido de una tortuga golfina, especie en estado de vulnerabilidad. Ha pasado el último año en rehabilitación debido a graves daños en el caparazón y una cirugía para extraer plástico de su esófago.
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La tortuga es una de las docenas que actualmente están en el centro. En Ecuador hay cinco especies de tortugas marinas, todas en diferentes categorías de peligro de extinción.
"Antes de crear el centro las tortugas marinas varaban y morían, en la actualidad las rescatamos y les damos otra oportunidad", dijo Alemán en una entrevista con Reuters. "Las causas de varamiento y la mortalidad de tortugas son humanas".
El centro ha rehabilitado y devuelto a la naturaleza a cerca de 300 tortugas adultas, decenas de aves y algunos lobos marinos y logró adecuar equipos médicos que comúnmente se utilizan en humanos para atender a los animales, como máquinas de oxigenación, rayos X y análisis de muestras de sangre.
Además, incluye en los tratamientos medicina natural para acelerar el proceso de cicatrización de las heridas con buenos resultados, según Alemán, quien ha realizado su propia investigación sobre medicina para fauna marina, lo que ha permitido aumentar el porcentaje de animales recuperados en los últimos años.
A una tortuga, que perdió sus aletas delanteras durante una cirugía para quitarle las redes, el plástico y los anzuelos enredados en su cuerpo, se le colocó un par de prótesis diseñadas manualmente. Ese ejemplar puede nadar, pero nunca podrá regresar al océano, según Alemán.
"Será una tortuga que ayudará a educar y concienciar del daño que se les causa", dijo. "Son vulnerables".
El proceso de curación de las tortugas marinas puede durar hasta años, dependiendo de la gravedad de sus heridas, ya que pasan primero en las piscinas para la recuperación de sus heridas y luego al mar para su completa rehabilitación.
Para los nados en el océano, siempre les acompañan los voluntarios que ayudan en el hospital.
"La idea de sacarlas al mar es que se sientan inspiradas a mover las aletas y naden", explicó May Platt, una bióloga que colabora de manera permanente con el centro. "Si aún no están listas y seguras no se van, se quedan junto a nosotros".
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