El equipo de negociadores estadounidenses y chinos concluyeron el miércoles una breve ronda de conversaciones comerciales que Beijing describió como "construtivas", pero sin grandes avances.
Se informó que discutieron sobre las nuevas compras de productos agrícolas estadounidenses y la posibilidad de un próximo encuentro en el mes de septiembre.
Las reuniones consistieron en una cena de trabajo el martes y una reunión al medio día que terminó, según la agencia de noticias AP, antes de lo previsto.
"Ambas partes, de acuerdo con el consenso alcanzado por los dos líderes en Osaka, tuvieron un intercambio sincero, altamente efectivo, constructivo y profundo sobre los principales asuntos comerciales y económicos de interés mutuo", dijo en un comunicado el ministerio de China, luego que el equipo estadounidense integrado por el Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, partieran hacia el aeropuerto de la ciudad china.
Previamente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sacudió los mercados financieros al acusar a Beijing de forzar el estancamiento con la esperanza de que no salga reelegido en 2020.
También lea Trump advierte a China que negocie un acuerdo comercial antes de presidenciales 2020Expertos económicos opinan que es poco probable que haya avances repentinos en las negociaciones en curso, debido a que tanto Washington como Beijing siguen manteniendo las mismas diferencias sobre la política tecnológica y el superávit comercial chino que provocó el colapso de las negociaciones en mayo.
Trump y su homólogo Xi Jinping acordaron el mes pasado reanudar los contactos, pero ninguno de los dos gobiernos pareció estar dispuesto a ofrecer grandes concesiones.
"Creo que no tiene ningún sentido que EE.UU. ejerza su campaña de máxima presión en este momento", dijo el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying en respuesta sobre los tuits del presidente Trump.
La disputa iniciada con la denuncia de Estados Unidos de que China roba o presiona a las empresas para que entreguen su tecnología, afectó a los exportadores en los dos países y alteró el comercio de todo tipo de bienes, desde soja a equipos médicos.
La discordia incluyó que Trump elevó los aranceles a importaciones chinas valoradas en 250.000 millones de dólares, mientras que Beijing no se quedó detrás, gravando productos estadounidenses por un valor de 110.000 millones de dólares.
El gobierno comunista de China se resiste a la presión de Washington para abandonar sus planes de crear industrias líderes en robótica, inteligencia artificial y otras tecnologías, patrocinadas por el Estado.
Las autoridades estadounidenses reprochan que estos esfuerzos se basan en la presión o el robo a empresas extranjeras para que compartan su tecnología.
Los negociadores de Washington se niegan a ceder a la petición china de levantar de inmediato los aranceles. Trump quiere mantener algunos de los gravámenes para asegurar que Beijing cumple con los acuerdos.
Las posiciones de ambos bandos se han afianzado.
También lea EE.UU: Economistas pronostican un crecimiento más lento(Con información de AP y Reuters)