Los relatos de los niños sobrevivientes son escalofriantes. Ellos escuchaban las detonaciones a las que llamaron: boom y boom.
Escondidos entre armarios, abrazados unos a otros, arrinconados en el gimnasio y cogidos de las manos, permanecieron los niños en medio del tiroteo en la escuela Newtown, Connecticut.
"La policía nos dijo que nos abrazáramos, nos cogiéramos de la mano y cerráramos los ojos. Solo los abrimos al salir del colegio", narró Vanessa Bajraliu, una niña de nueve años, sobreviviente de la matanza.
Brendan Murray, también de nueve años, narró que estaba con sus compañeros en el gimnasio cuando escucharon "un montón de golpes" y los profesores les ordenaron que se escondieran en un armario, donde permanecieron ocultos durante 15 minutos.
Newtown es una localidad de 27 mil habitantes a unos 100 kilómetros al norte de Nueva York. A esta escuela asisten diariamente 600 pequeños.
Richard Wilford, un padre de familia se preguntaba en medio de la agonía: "¿Qué piensa un padre dirigiéndose a una escuela donde hay un tiroteo? Es el momento más aterrador de la vida de un padre. No tienes ni idea".
“La maestra salió a ver qué pasaba, volvió al aula, cerró la puerta y dijo a los alumnos que se agruparan todos en una esquina”, ahí permanecieron mucho tiempo, narró otro padre de familia desesperado en las afuera de la escuela.
Una madre de familia llegó desesperada a la puerta de la escuela primaria en Newtown, Connecticut, lugar del tiroteo y la encontró cerrada.
“No es posible que este tipo de cosas sucedan en un pueblo tan pequeño”, exclamó.
Luego se percató que adentro ya estaba la policía en la evacuación de estudiantes y empleados de la escuela.
Los padres de familia fueron concentrados en un lugar en los alrededores de la escuela, pero el desespero y el pánico se apoderaron del lugar.
“Es muy duro decirle a unos padres que sus hijos están muertos”, relató una enfermera no identificada que llegó en apoyo al lugar de la tragedia.
“Las autoridades están simplemente horrorizadas”, expresó el vocero de la gobernación que llegó al lugar.
“Es un milagro”, gritaba un hombre de unos 30 años que rescató a su hijo dentro de la fila que hicieron de los evacuados. El padre de familia dijo que tener a su hijo vivo es el mayor regalo que ha recibido.
“Nos dimos cuenta porque vimos mucha gente afuera y a los policías”, exclamó una niña estudiante de la escuela.
“En el gimnasio fueron protegidos centenares de niños durante el tiroteo”, dijo un empleado de la escuela.
"La policía nos dijo que nos abrazáramos, nos cogiéramos de la mano y cerráramos los ojos. Solo los abrimos al salir del colegio", narró Vanessa Bajraliu, una niña de nueve años, sobreviviente de la matanza.
Brendan Murray, también de nueve años, narró que estaba con sus compañeros en el gimnasio cuando escucharon "un montón de golpes" y los profesores les ordenaron que se escondieran en un armario, donde permanecieron ocultos durante 15 minutos.
Newtown es una localidad de 27 mil habitantes a unos 100 kilómetros al norte de Nueva York. A esta escuela asisten diariamente 600 pequeños.
Richard Wilford, un padre de familia se preguntaba en medio de la agonía: "¿Qué piensa un padre dirigiéndose a una escuela donde hay un tiroteo? Es el momento más aterrador de la vida de un padre. No tienes ni idea".
“La maestra salió a ver qué pasaba, volvió al aula, cerró la puerta y dijo a los alumnos que se agruparan todos en una esquina”, ahí permanecieron mucho tiempo, narró otro padre de familia desesperado en las afuera de la escuela.
Una madre de familia llegó desesperada a la puerta de la escuela primaria en Newtown, Connecticut, lugar del tiroteo y la encontró cerrada.
“No es posible que este tipo de cosas sucedan en un pueblo tan pequeño”, exclamó.
Luego se percató que adentro ya estaba la policía en la evacuación de estudiantes y empleados de la escuela.
Los padres de familia fueron concentrados en un lugar en los alrededores de la escuela, pero el desespero y el pánico se apoderaron del lugar.
“Es muy duro decirle a unos padres que sus hijos están muertos”, relató una enfermera no identificada que llegó en apoyo al lugar de la tragedia.
“Las autoridades están simplemente horrorizadas”, expresó el vocero de la gobernación que llegó al lugar.
“Es un milagro”, gritaba un hombre de unos 30 años que rescató a su hijo dentro de la fila que hicieron de los evacuados. El padre de familia dijo que tener a su hijo vivo es el mayor regalo que ha recibido.
“Nos dimos cuenta porque vimos mucha gente afuera y a los policías”, exclamó una niña estudiante de la escuela.
“En el gimnasio fueron protegidos centenares de niños durante el tiroteo”, dijo un empleado de la escuela.