No habían nacido el día de los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York, y al Pentágono en Virginia, el 11 de septiembre de 2001. Hoy estos estudiantes en Los Ángeles rinden memoria a las víctimas de aquella gris jornada.
Se trata de aproximadamente 25 educandos del programa de liderazgo de la Sun Valley Magnet School, quienes han armado una exposición-homenaje y a la par que enseñan, aprenden con el objetivo de promover el mantra de "nunca olvidar".
Aprender enseñando
El programa está compuesto por tres columnas principales, que son: la educación cívica, apoyar a la comunidad, y elevar la auto-estima (civics, community and self, en inglés) para que puedan sentirse seguros al intentar cumplir sus propias metas hacia la universidad, la vida laboral y el resto de sus vidas.
“He aprendido mucho. Primeramente, he aprendido que este fue un acto de violencia y fue un acto de mucho odio e intolerancia contra la religión”, evalúa Brenda Jiménez, de 17 años de edad, en declaraciones a la Voz de América.
Brenda cuenta que se sintió impactada cuando se adentró en los porqué del suceso. “Yo tengo muchos compañeros diferentes, de diferentes preferencias, diferentes religiones, diferentes razas, y yo digo: eso no es una razón para odiar”.
Camila Guzmán tiene solo 13 años y por eso su acercamiento, a la distancia de dos décadas es tan interesante: “Honestamente, yo no más sabía qué año era, que era en 2001 y supe que era por los terroristas”. Pero nunca supo, sostiene, que "detrás había motivos religiosos”, dice a manera de redondear la historia.
La exhibición incluye modelos a escala de las Torres Gemelas, una maqueta del Pentágono con velas y una gigantesca bandera estadounidense donde estudiantes escribieron los nombres de las casi 3.000 víctimas de ese día.
Cómo se ha salido a flote desde entonces, las historias de la vida cotidiana atraviesan el relato mayor. Gente a quienes el azar los salvó de la escena de la tragedia o que llegó a destiempo al lugar de las explosiones, anécdotas de otros, como explica Gaby Romero.
“Era una vida, era alguien que no más iba a trabajar o no más quería regresar a casa, que se levantó pensando 'qué voy a comer' o 'qué voy a hacer' y se les quitó la vida nomás, así en un instante”, señala.
Precisamente, el aprendizaje es el vehículo que mueve los hilos de la exposición. Así lo ha tomado Gaby para sí misma, tanto por laborar en el proyecto como por su viaje al memorial que rinde homenaje a las víctimas.
“Este proyecto se me ha hecho más personal [por] la experiencia que pasó hace veinte años, nunca había sentido una conexión con la tragedia que pasó”, explica. Sin embargo, afirma que trabajar en la confección de la maqueta le ha permitido conectar con la lo sucedido.
Una historia de persistencia
El profesor Stephen Franklin le dio forma a la exposición, que ha crecido con el paso del tiempo. Él rememoró el primer aniversario de los ataques, y luego lo hizo en años puntuales: los 5, 10 y 15 años. El 20 aniversario es el más grande, así piensa.
“Cambió nuestras vidas, nos impactó a todos”, dijo Franklin a la VOA, al tiempo en que reflexiona en cómo “miles de familias estadounidenses enviaron a sus hijos a zonas de guerra y muchos no regresaron”, por eso está esperanzado en se convierta en un valioso material de historia para los estudiantes.
*El periodista Luis Felipe Rojas, contribuyó con este reportaje.
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