Las elecciones presidenciales en Estados Unidos están marcadas por una serie de circunstancias inusuales: una pandemia global, con más de seis millones de contagios en el país (hasta la fecha), una previsible votación masiva por correo por primera vez en la historia y un ambiente de alta polarización política.
Todos esos factores, según expertos, pueden crear una “tormenta perfecta” que pondría a prueba la fortaleza de la Constitución y la institucionalidad estadounidense.
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Según los resultados del Proyecto para la Integridad de una Transición, diseñado por un grupo de 100 académicos, exfuncionarios bipartidistas y periodistas, podría haber distintos escenarios durante estas elecciones presidenciales que desaten una crisis electoral.
En su reporte, el proyecto llegó a tres conclusiones hipotéticas:
- El concepto de “noche electoral” ya no es adecuado: es posible que el ganador no se conozca el mismo día de las elecciones y podría haber un periodo de impugnación de los resultados que se puede prolongar hasta el 20 de enero.
- Las campañas de ambos candidatos pueden -y probablemente van a- impugnar los resultados en los estados.
- El proceso de transición administrativa puede verse altamente trastornado.
¿Existe precedente en la historia de unas elecciones disputadas en EE.UU?
Sí, dos en concreto.
El más reciente fue en el 2000 en la contienda entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush, quien resultó ganador. El estado de Florida, con 25 votos del colegio electoral, acabó siendo decisivo para decidir quién era el ganador de los comicios.
Una serie de problemas técnicos con las boletas electorales, en una carrera casi de empate, dio lugar a una batalla legal, el recuento de votos y, por último, la intervención de la Corte Suprema de Justicia, más de un mes después del día de las elecciones.
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“Al final, Bush ganó y la Corte Suprema intervino. Entonces muchas personas sintieron que el Supremo decidió las elecciones al decidir sobre ese estado en particular”, explicó a la Voz de América Brian Kalt, profesor de derecho en la Michigan State University.
La otra instancia, una disputa mucho más grande, fue en las elecciones de 1876, poco después de la Guerra Civil. Cuatro estados del sur, Florida Luisiana, Carolina del Sur y Oregon enviaron resultados disputados de las votaciones al Congreso.
El legislativo “no tenía una manera de resolverlo porque no era sólo sobre el conteo de votos, sino sobre quiénes eran los contadores legítimos”, entonces formó una comisión bipartidista para que resolviera la disputa.
¿Por qué podríamos tardar en conocer los resultado en estas elecciones de 2020?
Debido al voto por correo. Un número nunca antes visto de ciudadanos planea votar -o ya lo hizo- a distancia para no tener que acudir a los centros de votación en noviembre, debido a la pandemia del coronavirus. El conteo de votos por correo, como ya se vio en varios estados que han celebrado primarias en medio de la pandemia, es mucho más lento que en una elección normal.
Un ejemplo fueron las elecciones primarias llevadas a cabo en Nueva York en junio, cuando las autoridades electorales tardaron más de tres semanas en entregar los resultados debido al gran volumen de papeletas de voto por correo.
A esto se le sumarían las posibles demoras en el Servicio Postal. La agencia ya alertó a 46 estados y al Distrito de Columbia de que no puede garantizar que todas las papeletas de voto por correo vayan a llegar a tiempo para ser contabilizadas el 3 de noviembre.
Algunos estados, en un intento por adaptarse a esta nueva realidad, han decidido aceptar papeletas de voto por correo aunque sean recibidas después del día de las elecciones. También, explicó Kalt, puede haber complicaciones sobre los requisitos para que una papeleta sea válida.
También lea Voto por correo, una opción al alza en tiempos de pandemia“A veces las personas envían sus papeletas y se olvidan de firmarla o su firma no concuerda con la que tiene el estado en archivo. Entonces habrán muchos votos desechados y va a haber litigación sobre eso (…), va a haber controversia”, expuso el abogado.
Cada estado está encargado individualmente de contar los votos, determinar los miembros del colegio electoral para su estado y enviar los votos al Congreso, donde dichos votos serán contados el seis de enero, según lo estipulado por la ley.
¿Qué pasa si no se ha terminado de contar para la fecha límite que tienen los estados para enviar sus resultados al Congreso?
He aquí el quid de la cuestión.
Según Kalt, puede haber tres escenarios. El primero es que, como hay controversia sobre los votos en algunos estados, el Congreso diga que no tiene el resultado sobre dichos estados y que no los va a computar. Como consecuencia, puede suceder que entonces, en un elección tan apretada como esta, ningún candidato tenga la mayoría.
“Si el Congreso dice que no hay mayoría habrá lo que se llama una elección supeditada, donde la Cámara de Representantes elige al presidente; cada estado tiene un voto y eligen al presidente y el Senado al vicepresidente”, explicó el experto.
El segundo escenario, que el profesor ve como el más probable, es que el Congreso pida más tiempo porque no puede decidir aún cuáles son los resultados adecuados. “Si eso pasa, el riesgo es que llegue el 20 de enero, cuando acaba el mandato del presidente en EE.UU. y no haya aún un resultado”.
En ese caso, existe un procedimiento legal bajo la ley de sucesión presidencial en donde, la siguiente persona en línea para tomar el mando —mientras se decide el resultado—es el líder de la Cámara de Representantes, cargo que actualmente ostenta la demócrata Nancy Pelosi.
El problema con este escenario es que, como en noviembre además hay elecciones de varios distritos a la Cámara, también puede haber demoras y disputas sobre esas contiendas. “Entonces podríamos tener una nueva Cámara entrando y que no sepamos quién tiene la mayoría porque algunas de las elecciones de distritos individuales estén en disputa”.
El siguiente en la línea de sucesión sería el presidente pro tempore del Senado, en estos momentos, el republicano Chuck Grassley. Sin embargo, con este cuerpo legislativo también existe el mismo problema con las elecciones legislativas y las disputas sobre esos comicios “deben ser resultas por el propio Senado”.
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