La mayoría de los estadounidenses salió beneficiada con el acuerdo porque no tendrá que pagar impuestos más altos este año, pero ¿fue un triunfo para los demócratas o para los republicanos?
El acuerdo que evitó el “abismo fiscal” aprobado el martes por la Cámara de Representantes luego de una amarga batalla política entre demócratas y republicanos ha sido visto como una victoria para el presidente Barack Obama, que ganó la reelección prometiendo entre otras cosas subirles los impuestos a los estadounidenses más ricos.
Pero se trata de una victoria parcial, porque el acuerdo fijó que los impuestos subirán para los individuos que ganan más de $400 mil (y las familias con ingresos superiores a los $450 mil) al año, y Obama había prometido aumentarlos para el 2 por ciento de la población, o sea, quienes perciben más de $250 mil al año (y a las familias con más de $250 mil).
Al elevarse el nivel de los ingresos anuales sujetos a mayor gravamen, la proporción de estadounidenses afectados con el alza fue menor. Según el Centro para Política Tributaria, mientras casi el 2 por ciento de la población declara ingresos superiores a los $250 mil dólares, sólo el 0,6 por ciento perciben más de $500 mil.
El trago más amargo fue sin duda para los republicanos, que históricamente se han opuesto a toda alza de los impuestos, y aunque inicialmente habían declarado estar dispuestos a transar por aumentárselos a quienes ganaban más de un millón de dólares al año, finalmente tuvieron que dar su brazo a torcer.
A pesar de la reticencia de algunos legisladores, la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, terminó aprobando el proyecto de ley por votación de 257-167, pero éstos ya anunciaron que no piensan ceder en los debates de los próximos dos meses para decidir cuál debe ser el techo de la deuda y qué gastos del gobierno hay que recortar.
“Nuestra oportunidad va a estar en la discusiones sobre el techo de la deuda”, dijo el senador republicano Pat Toomey, mientras que su correligionario Bob Corker señaló que los debates “van a ser mucho más feos” que los que hubo respecto a los impuestos, y anticipó que darían paso a una “reforma” de los subsidios gubernamentales.
Tras el acuerdo, la posición más frágil parece ser la del presidente de la Cámara, John Boehner, quien lo respaldó pero no pudo conseguir que otros líderes republicanos en el Congreso lo apoyaran. Boehner pedirá el jueves a los miembros de su partido que lo reelijan en el cargo cuando la nueva legislatura electa en noviembre inicie sus sesiones.
Pero se trata de una victoria parcial, porque el acuerdo fijó que los impuestos subirán para los individuos que ganan más de $400 mil (y las familias con ingresos superiores a los $450 mil) al año, y Obama había prometido aumentarlos para el 2 por ciento de la población, o sea, quienes perciben más de $250 mil al año (y a las familias con más de $250 mil).
Al elevarse el nivel de los ingresos anuales sujetos a mayor gravamen, la proporción de estadounidenses afectados con el alza fue menor. Según el Centro para Política Tributaria, mientras casi el 2 por ciento de la población declara ingresos superiores a los $250 mil dólares, sólo el 0,6 por ciento perciben más de $500 mil.
El trago más amargo fue sin duda para los republicanos, que históricamente se han opuesto a toda alza de los impuestos, y aunque inicialmente habían declarado estar dispuestos a transar por aumentárselos a quienes ganaban más de un millón de dólares al año, finalmente tuvieron que dar su brazo a torcer.
A pesar de la reticencia de algunos legisladores, la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, terminó aprobando el proyecto de ley por votación de 257-167, pero éstos ya anunciaron que no piensan ceder en los debates de los próximos dos meses para decidir cuál debe ser el techo de la deuda y qué gastos del gobierno hay que recortar.
“Nuestra oportunidad va a estar en la discusiones sobre el techo de la deuda”, dijo el senador republicano Pat Toomey, mientras que su correligionario Bob Corker señaló que los debates “van a ser mucho más feos” que los que hubo respecto a los impuestos, y anticipó que darían paso a una “reforma” de los subsidios gubernamentales.
Tras el acuerdo, la posición más frágil parece ser la del presidente de la Cámara, John Boehner, quien lo respaldó pero no pudo conseguir que otros líderes republicanos en el Congreso lo apoyaran. Boehner pedirá el jueves a los miembros de su partido que lo reelijan en el cargo cuando la nueva legislatura electa en noviembre inicie sus sesiones.