Los dos candidatos a la Casa Blanca midieron otra vez fuerzas en un debate presidencial que fue más movido que el primero y en el que los dos, a la par, buscaron la controversia.
El presidente Barack Obama y su rival republicano Mitt Romney cruzaron nuevamente ideas y propuestas este martes en un segundo debate electoral en la universidad de Hofstra, en Hempstead, Nueva York, pero esta vez fue el público, electores identificados como indecisos, quienes con sus preguntas los sometieron a prueba.
Los temas discutidos, abrumadoramente sobre política nacional fueron desde la forma de crear empleos, educación, la independencia energética, los impuestos, la igualdad de oportunidades para las mujeres, la reforma de salud, la tecnología, el comercio, y el control de armas hasta la inmigración.
Romney recalcó que ha sido difícil hallar trabajo tras la crisis y se dirigió especialmente a los jóvenes recién graduados de las universidades. “Los jóvenes necesitan que recuperemos la economía”, dijo. También atacó de forma reiterada las políticas de Obama de los últimos cuatro años y repitió su promesa de crear 12 millones de empleos.
Obama, por su parte dijo que su plan es “crear trabajos en el área de la manufactura”, destacó que su gobierno salvó de la quiebra a la industria automotriz, y se pronunció a favor de explotar más las fuentes de energía renovable.
Ambos se enfrascaron en una enconada controversia en torno a los actuales precios del petróleo, y también en cuanto a los impuestos, tema en el que Romney subrayó que los estadounidenses de clase media no deben pagar más impuestos, en tanto que Obama señaló que su filosofía tributaria es simple: recortar los gravámenes a esas familias y a las pequeñas empresas, pero parar reducir el déficit, dijo, los más acaudalados deben aportar más.
“No es verdad” fue el reproche más escuchado durante el debate, cada contendiente cuestionando lo dicho por el otro. Romney apuntó que su plan busca independencia energética, más comercio sobre todo con Latinoamérica, mejor educación, reducción del déficit, un presupuesto balanceado y hacer prosperar las pequeñas empresas.
Obama indicó que lo que está en juego con el candidato republicano es la posibilidad de que el déficit de la nación crezca de forma extraordinaria. “Las matemáticas de Romney no funcionan”, dijo, y afirmó que los compromisos que él asumió sí los ha cumplido.
Los dos candidatos admitieron que EE.UU. es “una nación de inmigrantes”, pero mientras Romney resaltó que “hay que detener la inmigración ilegal” y que no es partidario de una amnistía para los ilegales, Obama se pronunció a favor del Dream Act y de una reforma migratoria integral, “pero los republicanos en el Congreso no están interesados”, dijo.
En materia de política exterior, tal y como se había previsto, el tema de la seguridad del consulado estadounidense en Bengasi blanco de un ataque el pasado 11 de setiembre en el que murió un embajador estadounidense en Libia, fue objeto de posiciones encontradas por parte de los contendientes y de recriminaciones mutuas.
La misión fundamental de Obama esta noche era frenar el ímpetu cobrado por su adversario tras el primer debate, y si no pudo impedir que el republicano volviera a emplazarlo continuamente al menos el presidente fue en esta ocasión más enérgico en sus respuestas.
El formato de discusión empleado esta vez permitió que los candidatos tuvieran más libertad de movimiento al responder las preguntas del público, lo que dio más realce a la exposición de los puntos de vistas y políticas específicas defendidas por cada cual pero también fue aprovechado por ambos para interrumpirse mutuamente .
Antes del primer debate, en Denver, Colorado, el presidente estaba a la cabeza en todos los estados más disputados según RealClearPolitics, excepto en Carolina del Norte. Pero después, Romney tomó la delantera en Colorado y Florida, y amplió su ventaja en Carolina del Norte.
El debate de este martes podría ser de gran importancia para Romney en Virginia y New Hampshire, dos estados en los que la supremacía de Obama se ha estado reduciendo. Y también en Nevada y Wisconsin, donde el presidente aventaja a su rival por estrecho margen.
De cualquier manera, algunos analistas ponen en duda que el brillo logrado en los debates vaya a inclinar de manera decisiva la balanza a favor de uno u otro candidato cuando los estadounidenses acudan a votar en noviembre porque a fin de cuentas estos--dicen-- no van a elegir al ganador de un torneo, sino a quien será su presidente durante los próximos cuatro años.
Los temas discutidos, abrumadoramente sobre política nacional fueron desde la forma de crear empleos, educación, la independencia energética, los impuestos, la igualdad de oportunidades para las mujeres, la reforma de salud, la tecnología, el comercio, y el control de armas hasta la inmigración.
Romney recalcó que ha sido difícil hallar trabajo tras la crisis y se dirigió especialmente a los jóvenes recién graduados de las universidades. “Los jóvenes necesitan que recuperemos la economía”, dijo. También atacó de forma reiterada las políticas de Obama de los últimos cuatro años y repitió su promesa de crear 12 millones de empleos.
Obama, por su parte dijo que su plan es “crear trabajos en el área de la manufactura”, destacó que su gobierno salvó de la quiebra a la industria automotriz, y se pronunció a favor de explotar más las fuentes de energía renovable.
Ambos se enfrascaron en una enconada controversia en torno a los actuales precios del petróleo, y también en cuanto a los impuestos, tema en el que Romney subrayó que los estadounidenses de clase media no deben pagar más impuestos, en tanto que Obama señaló que su filosofía tributaria es simple: recortar los gravámenes a esas familias y a las pequeñas empresas, pero parar reducir el déficit, dijo, los más acaudalados deben aportar más.
“No es verdad” fue el reproche más escuchado durante el debate, cada contendiente cuestionando lo dicho por el otro. Romney apuntó que su plan busca independencia energética, más comercio sobre todo con Latinoamérica, mejor educación, reducción del déficit, un presupuesto balanceado y hacer prosperar las pequeñas empresas.
Obama indicó que lo que está en juego con el candidato republicano es la posibilidad de que el déficit de la nación crezca de forma extraordinaria. “Las matemáticas de Romney no funcionan”, dijo, y afirmó que los compromisos que él asumió sí los ha cumplido.
Los dos candidatos admitieron que EE.UU. es “una nación de inmigrantes”, pero mientras Romney resaltó que “hay que detener la inmigración ilegal” y que no es partidario de una amnistía para los ilegales, Obama se pronunció a favor del Dream Act y de una reforma migratoria integral, “pero los republicanos en el Congreso no están interesados”, dijo.
En materia de política exterior, tal y como se había previsto, el tema de la seguridad del consulado estadounidense en Bengasi blanco de un ataque el pasado 11 de setiembre en el que murió un embajador estadounidense en Libia, fue objeto de posiciones encontradas por parte de los contendientes y de recriminaciones mutuas.
La misión fundamental de Obama esta noche era frenar el ímpetu cobrado por su adversario tras el primer debate, y si no pudo impedir que el republicano volviera a emplazarlo continuamente al menos el presidente fue en esta ocasión más enérgico en sus respuestas.
El formato de discusión empleado esta vez permitió que los candidatos tuvieran más libertad de movimiento al responder las preguntas del público, lo que dio más realce a la exposición de los puntos de vistas y políticas específicas defendidas por cada cual pero también fue aprovechado por ambos para interrumpirse mutuamente .
Antes del primer debate, en Denver, Colorado, el presidente estaba a la cabeza en todos los estados más disputados según RealClearPolitics, excepto en Carolina del Norte. Pero después, Romney tomó la delantera en Colorado y Florida, y amplió su ventaja en Carolina del Norte.
El debate de este martes podría ser de gran importancia para Romney en Virginia y New Hampshire, dos estados en los que la supremacía de Obama se ha estado reduciendo. Y también en Nevada y Wisconsin, donde el presidente aventaja a su rival por estrecho margen.
De cualquier manera, algunos analistas ponen en duda que el brillo logrado en los debates vaya a inclinar de manera decisiva la balanza a favor de uno u otro candidato cuando los estadounidenses acudan a votar en noviembre porque a fin de cuentas estos--dicen-- no van a elegir al ganador de un torneo, sino a quien será su presidente durante los próximos cuatro años.