Tras su conversación telefónica con Obama el presidente iraní fue recibido en Irán entre el jolgorio de quienes apoyan un arreglo con EE.UU. y el rechazo de quienes se oponen.
Amplios sectores de la población iraní aclamaron este sábado la histórica conversación telefónica de su mandatario, Hasan Rohani, con el presidente Barack Obama, una iniciativa que parece contar con el apoyo tanto de reformistas como de clérigos conservadores en ese país.
Con todo, varias docenas de manifestantes de “línea dura” dieron una colérica bienvenida a Rohani en Teherán al regreso de su viaje a Nueva York donde participó en la Asamblea de la ONU, y le lanzaron huevos a su comitiva y un zapato, un gesto acostumbrado de desprecio entre los musulmanes.
Mientras los simpatizantes del presidente iraní portaban carteles entre los que resaltaba uno que decía: “Sí a la paz, no a la guerra”, sus detractores clamaban consignas de rechazo al “diálogo con Satán” y coreaban “Muerte a EE.UU.”
Rohani encara la peliaguda tarea de tratar de unificar a extremistas y moderados en un país donde el denominador común oficial ha estado regido durante tres décadas por el distanciamiento y la hostilidad hacia EE.UU.
Los esfuerzos del presidente iraní en busca de lograr que Occidente levante las sanciones impuestas a Teherán por su controvertido programa nuclear, parecen contar con respaldo del líder espiritual supremo de la nación, el ayatolá Ali Khamenei.
Prominentes figuras conservadoras del espectro político iraní, todos leales a Khamenei, han apoyado públicamente lo que calificaron de “heroica flexibilidad” del presidente Rohani. El diario Etemad tituló este sábado en Teherán: “Histórico contacto en vuelo de regreso a casa”, y el Arman dijo que “El mundo fue cogido por sorpresa”.
Con todo, varias docenas de manifestantes de “línea dura” dieron una colérica bienvenida a Rohani en Teherán al regreso de su viaje a Nueva York donde participó en la Asamblea de la ONU, y le lanzaron huevos a su comitiva y un zapato, un gesto acostumbrado de desprecio entre los musulmanes.
Mientras los simpatizantes del presidente iraní portaban carteles entre los que resaltaba uno que decía: “Sí a la paz, no a la guerra”, sus detractores clamaban consignas de rechazo al “diálogo con Satán” y coreaban “Muerte a EE.UU.”
Rohani encara la peliaguda tarea de tratar de unificar a extremistas y moderados en un país donde el denominador común oficial ha estado regido durante tres décadas por el distanciamiento y la hostilidad hacia EE.UU.
Los esfuerzos del presidente iraní en busca de lograr que Occidente levante las sanciones impuestas a Teherán por su controvertido programa nuclear, parecen contar con respaldo del líder espiritual supremo de la nación, el ayatolá Ali Khamenei.
Prominentes figuras conservadoras del espectro político iraní, todos leales a Khamenei, han apoyado públicamente lo que calificaron de “heroica flexibilidad” del presidente Rohani. El diario Etemad tituló este sábado en Teherán: “Histórico contacto en vuelo de regreso a casa”, y el Arman dijo que “El mundo fue cogido por sorpresa”.