Fue una famosa bailarina de ballet para la compañía New York City Ballet durante 16 años. Y aunque brillaba en el escenario, había algo que sus superiores desconocían: ella tenía diabetes tipo I y debía testearse los niveles de azúcar en la sangre hasta 20 veces al día.
A veces se sentía cansada, frustrada y muy dolorida. Pero entre inyecciones de insulina, ensayos y actuaciones, Zippora Karz aprendió que podía cumplir su sueño si cuidaba bien de su cuerpo.
Hoy por hoy, escribió un libro de memorias llamado “The Sugarless Plum: A Ballerina’s Triumph Over Diabetes” y comparte su experiencia en charlas, conferencias y artículos. Voanoticias.com la entrevistó para conocer su historia.
¿Cómo está usted hoy de salud? ¿Sufre alguna de las complicaciones que típicamente aparecen con la diabetes?
Hoy, después de 24 años con diabetes tipo I (insulino-dependiente), me siento orgullosa de decir que no tengo complicaciones y me siento mejor de lo que me he sentido en años. Debo subrayar que la razón de esto es que fui muy diligente en el cuidado de mi diabetes. Controlo mis niveles de azúcar en la sangre y me doy las inyecciones de insulina siempre que sea necesario, como alimentos saludables y me mantengo activa. Sé que no es fácil, pero todos deben saber que podemos vivir una vida plena, apasionada y sana, incluso con un diagnóstico de diabetes.
Leí que cuando usted fue diagnosticada con diabetes, se negaba a aceptarlo. ¿Cómo logró asumir la enfermedad?
Me llevó muchos años aceptar mi diagnóstico. Fue difícil para mí aceptar lo que sucedía en mi cuerpo y el efecto que tenía en mi baile. Me gustaría decir que finalmente acepté mi enfermedad porque me di cuenta de que quería vivir una vida larga y saludable. Pero la verdad es que lo hice por el baile.
Siento un amor y una pasión tan grande cuando bailo que no podía imaginar mi vida sin eso. Así que tuve que trabajar muy duro para aceptar todo lo que tenía que hacer para mantener mi cuerpo sano. No sabía si iba a poder hacer una carrera de la danza, pero estaba decidida a intentarlo. Acabé bailando durante 16 años con el New York City Ballet, y 13 de esos años fueron con diabetes. Creo que cuando tienes algo o alguien en tu vida que amas profundamente, sientes una motivación para cuidarte.
¿Cómo afectó su carrera el hecho de tener diabetes?
Cuando no cuidaba mi salud, mi cuerpo y mi baile sufrían. La diabetes tenía un efecto en mis músculos: se tensaban y me causaban una enorme cantidad de dolor.
Una persona con diabetes suele tener un aumento del ácido láctico en los músculos, ese dolor que sientes después de hacer mucho ejercicio.
Cuando sentía dolor mi baile era duro y rígido, y no era tan divertido para mí pues cuando tienes un papel protagónico debes bailar maravillosamente bien. Además, cuando mi nivel de azúcar era muy alto no podía sentir esa delicada conexión que una bailarina siente con todo su cuerpo. Los dedos de mis pies se sentían fríos y mi cabeza estaba nublada.
Por otra parte, cuando tenía una reacción hipoglucémica no podía pensar con claridad o bailar bien, y existía el peligro de que pudiera desmayarme en el escenario. Afortunadamente, eso no sucedió. Y por suerte me ascendieron a bailarina solista y me encantó bailar durante muchos años.
Una vez que usted decidió seguir adelante con el ballet, ¿cuál fue la reacción de su familia, de su jefe y compañeros de trabajo?
Nunca hablé mucho de lo que me estaba pasando, en especial a mi jefe y a mis compañeros de trabajo. No quería darles una razón para cuestionar mi capacidad para bailar. Temía que me juzgaran si les contaba de mis problemas de azúcar en la sangre. Estábamos ahí para bailar y ser los mejores. Nunca quise ser un caso especial. Era una bailarina con diabetes, no una diabética que bailaba.
¿Y qué le dijeron sus médicos sobre ser una bailarina profesional con diabetes tipo I?
Ningún médico me dijo que no podía hacerlo. Pero tuve problemas cuando comencé a recibir insulina porque mi doctor no entendía qué tan atlética era mi vida como bailarina. Puesto que el ejercicio aumenta la eficacia de la insulina (y yo bailaba hasta 12 horas al día), tenía constantes reacciones de hipoglucemia, incluso en el escenario.
Básicamente, descifré la cantidad de insulina que necesitaba para poder bailar y llegué a desconfiar de los médicos. Hoy hablo mucho sobre lo importante que es para un paciente comunicarse con su médico, decirle que está teniendo un problema y asegurarse de que está recibiendo las respuestas y los consejos adecuados.
Me gustaría que me describiera un día típico suyo como bailarina profesional con diabetes tipo I. ¿Qué precauciones debía tomar?
Testeaba los niveles de azúcar en mi sangre hasta 20 veces al día. Lo primero que hacía en la mañana era una prueba de glucemia. Me duchaba, desayunaba e iba al teatro para mi clase de ballet de la mañana. Y mientras me ponía mis calzas y la malla, chequeaba mis niveles de azúcar nuevamente e iba a clase de 10.30 am a 12 pm.
Los ensayos eran de 12 pm a 18 horas con una hora para el almuerzo. Y en esas próximas seis horas, chequeaba los niveles de azúcar en los descansos de cinco minutos que tenía entre los ensayos. Incluso me hacía la prueba mientras bailaba.
A las 6 pm me iba a mi camerino, comía algo, me maquillaba y chequeaba mis niveles de azúcar. Hacía algunos ejercicios de precalentamiento, una última prueba y luego a bailar. Si mis niveles estaban demasiado bajos, comía algo dulce. Si estaban muy altos, me daba una inyección de insulina.
Nunca quise que nadie viera lo que estaba haciendo, así que me daba las inyecciones en el baño. Si me sentía un poco débil mientras bailaba, deslizaba algo dulce a mi boca cuando salía del escenario. Llevaba caramelos dentro de mi bolso.
Típicamente llegaba a casa alrededor de las 23.30 horas. Me chequeaba los niveles de azúcar antes de cenar y luego me iba a la cama. Antes me daba una inyección de insulina de acción prolongada.
¿Cuál sería su consejo para una persona con diabetes que quiere ser un bailarín profesional, un deportista, un artista?
Sé que cada uno de nosotros con diabetes puede vivir una vida plena, sana y apasionada. Debemos vigilar nuestros niveles de azúcar en la sangre, tomar la medicación adecuada y cuidar de nuestros cuerpos.
Como artistas y deportistas, siempre queremos ser los mejores. Con niveles de azúcar que subían y bajaban constantemente, no siempre era la mejor y me sentía continuamente frustrada. Psicológicamente, fue importante para mí asumir que no siempre iba a ser perfecta.
Por eso les digo a los artistas y atletas que tengan sueños grandes y vivan con pasión. Pero que también aprendan a aceptar que no serán perfectos todo el tiempo. Es suficiente con que seas el mejor en algunos momentos. Puedes vivir tu sueño como artista y como atleta.