El pasado 26 de abril, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, publicó en su cuenta de Twitter una autorización para que la policía y el ejército, usaran la "fuerza letal para la defensa propia o para la defensa de la vida de los salvadoreños".
El anunció se dio luego de que, en menos de 72 horas, se reportara un inusual aumento en las cifras de asesinatos violentos en un país que tiene a su población bajo una estricta cuarentena para contener la propagación del coronavirus, y de una notable tendencia a la baja en este tipo de hechos violentos desde el inicio de la gestión del nuevo gobierno.
También lea El Salvador declara emergencia en cárceles por repunte homicidaBukele señaló inmediatamente a las pandillas, conocidas en El Salvador como maras, como las culpables de las más de 70 muertes que ocurrieron entre el viernes 24 y el lunes 27 de abril, según datos oficiales.
Las maras, que durante décadas han sido también nombradas como las culpables de mantener sometida a la población del país centroamericano y de haber obligado incluso a los gobiernos anteriores a llegar a pactos para tratar de reducir las muertes, ponen en jaque ahora a la administración de Bukele.
Pero ¿quiénes son estas pandillas? ¿por qué les llaman "maras"? y sobre todo, ¿porqué no han logrado contenerlas ninguno de los gobiernos que han estado en el poder los pasados 30 años?
La Mara Salvatrucha
Considerada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como "igual o más peligrosa que Al Qaeda", el mandatario prometió en 2017 que iba a destruirla por su particular violencia, que ha desplegado en diferentes estados de Estados Unidos, como Nueva York, Maryland y California, donde según investigaciones, tiene su origen.
Según la revista Insight Crime, el origen de la Mara Salvatrucha, también conocida con las siglas MS13, surgió en los barrios pobres y marginados de la populosa ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos; en la década de los años 1980.
A esa ciudad llegaron cientos de migrantes centroamericanos, salvadoreños principalmente, que huían de la guerra civil que se libraba en ese país.
Esos barrios angelinos eran dominados por grupos de mexicanos que fustigaban a los centroamericanos, los cuales tuvieron que organizarse para hacer frente a estas pandillas mexicanas.
La palabra "mara" se refiere a un grupo de personas organizadas como pandilla, y según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, su uso es más popular en El Salvador y Guatemala.
Según Insight Crime, “salva” se refiere a El Salvador: " 'trucha' es un término del argot para “inteligente” o “listo”, de ahí la palabra "Salvatrucha" y la denominación, Mara Salvatrucha.
Las deportaciones a El Salvador en la década de los noventas de muchos de estos pandilleros, se cree que dio lugar a las estructuras de las maras en los barrios pobres de un país que tenía poco tiempo de haber salido de la guerra civil.
La mezcla de una generación postguerra, con la experiencia de pandilleros forjados a bala por el control de un territorio en las calles de Los Ángeles, permitió que la Mara Salvatrucha o MS13, se expandiera sin tener mayor presión de parte de las autoridades de ese entonces, enfocadas principalmente en construir una democracia.
Las actividades delictivas de la Mara Salvatrucha son variadas dependiendo de la región en que operan. También, aunque se encuentren bajo un mismo nombre, no significa que sean una sola estructura.
Según investigaciones realizadas por periodistas especializados en el caso, así como por otros sociólogos e investigadores, la MS13 adapta sus operaciones y actúa bajo cierta "independencia" que ha llevado incluso a conflictos entre miembros de la misma pandilla.
En El Salvador, según datos policiales, las extorsiones y el tráfico de droga en los barrios son las principales fuentes de ingreso de las pandillas, quienes suelen cobrar una "renta" a las personas que tienen negocios y comercios, sin importar la categoría o nivel de estos.
Para tener una idea de qué tan numerosa es la Mara Salvatrucha en El Salvador, según la Policía Nacional Civil, en 2019 capturaron a 1.893 adolescentes, de los cuales el 44.3% fueron catalogados como miembros de esa pandilla.
Barrio 18
Al igual que la Mara Salvatrucha, los primeros registros de Barrio 18 datan de las calles de Los Ángeles, California.
Este grupo denomina a sus células como “clicas”, que en un principio estaban conformadas exclusivamente por inmigrantes mexicanos del sur de California, pero con la migración centroamericana de la década de los ochenta, el Barrio 18 comenzó a reclutar varios miembros lo que facilitó la expansión de la pandilla, sobre todo a Centroamérica.
Según extensas investigaciones de autoridades oficiales, en la década del 2000 la estructura de esa pandilla en El Salvador se dividió después de un conflicto interno, surgiendo el Barrio 18 Sureños, y el Barrio 18 Revolucionarios.
Según Insight Crime, En Centroamérica, la pandilla opera principalmente en El Salvador, Guatemala y Honduras, pero es en Estados Unidos donde tiene la presencia más definida: un estimado de 30.000 a 50.000 miembros.
Barrio 18 Sureños
Esta pandilla fue una de las primeras en desligarse del repunte de asesinatos que han pasado en los últimos días en El Salvador.
En un video colgado en Twitter, y que el mismo presidente Bukele retuiteó, los miembros de Barrio 18 Sureños dijeron que no tenían nada que ver con el repunte de asesinatos, a lo que el mandatario escribió
Esta "clica" fue la que presionó para que en 2009 las autoridades carcelarias los dividieran en las prisiones por afinidad a la pandilla, algo que tras el reciente repunte de violencia Bukele ordenó que se cancelara y que mezclaran a todos, decisión que han criticado varias organizaciones de Derechos Humanos.
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Esta es una de las más violentas en El Salvador. En el año 2010, la policía los señaló como los responsables de haber secuestrado un vehículo de transporte público con 17 pasajeros, rociarlos con gasolina y quemarlos a todos, aparentemente sin razón alguna, más que hacerse notar.
Barrio 18 Revolucionarios controla algunos de los barrios más populosos de la capital salvadoreña y son de los más temidos por la población civil por su crueldad.
Su lucha por controlar territorios los ha llevado a constantes enfrentamientos con rivales de otras maras y contra la policía.
Estadísticas de la Policía Nacional Civil desde 1 de enero al 28 de diciembre de 2019 reflejaron 2.374 homicidios en El Salvador, una cifra alta, pero si se compara con el año anterior, 2018, tuvo una reducción de 974.
Cifras ampliamente difundidas reflejan que hay cerca de 60.000 miembros de pandillas (maras) en casi todos los municipios del país, que controlan los límites de sus territorios y extorsionan y obtienen información sobre residentes y personas que circulan en esas zonas, sobre todo en el transporte público, escuelas y mercados.