El Departamento de Comercio estadounidense solicitó opiniones acerca del plan del presidente Donald Trump de imponer gravámenes a los automóviles importados.
Una larga fila de detractores exhortó al gobierno a rechazar los aranceles, bajo el argumento de que dichos impuestos elevarían el precio de los autos, presionarían a las fabricantes al incrementar el costo de los componentes importados e invitarían a que los socios comerciales y aliados estadounidenses apliquen represalias, entre ellos la Unión Europea y Canadá.
Jennifer Thomas, de la Alianza de Fabricantes de Automóviles, dijo que el organismo que dirige se opone a los gravámenes a las importaciones de autos, camionetas y autopartes.
Trump ordenó al Departamento de Comercio que investigue si las importaciones de automóviles representan una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos que justifique aplicar aranceles u otras restricciones comerciales. A principios de año se utilizó la seguridad nacional como justificación para gravar las importaciones de acero y aluminio.
El aplicar aranceles a los automóviles incrementaría drásticamente la tensión comercial global: el año pasado Estados Unidos importó 192.000 millones de dólares en vehículos y 143.000 millones en refacciones para autos, cifras que superan enormemente las importaciones de acero por 29.000 millones de dólares y de aluminio por 23.000 millones en 2017. Eso sin mencionar los 34.000 millones de dólares en bienes chinos a los que el gobierno ya les aplicó aranceles en una disputa más sobre las prácticas depredadoras que Beijing implementa con el fin de retar el dominio estadounidense en el campo de alta tecnología.
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