Un debate entre los candidatos a senador por el estado de Pennsylvania —el republicano Patrick Toomey y su retadora demócrata, Katie McGuinty— ilustra muy bien cómo el nombre de Donald Trump puede llegar a decidir el control del Senado.
Preguntados si apoyan a sus respectivos candidatos la retadora no tuvo problema para decir que apoya a Hillary Clinton, pero el senador titular tuvo que reconocer que todavía no ha llegado al punto en que pueda apoyar a Trump.
La retadora McGuinty atacó entonces al senador Toomey por no descartar apoyar a “un tipo que se ha jactado de asaltar sexualmente a las mujeres”.
En esa línea de ataque demócrata, la respuesta republicana a nivel nacional ha sido variada.
El influyente y veterano senador John McCain fue uno de los que retiró el apoyo a Trump luego de revelarse el video de 2005 en que Trump habla de manosear a las mujeres.
El senador por Florida, Marco Rubio, condenó los comentarios machistas pero mantuvo el apoyo a Trump argumentando que Clinton es peor. “No le confío la información secreta. Ha probado que no puede manejarla”, dijo Rubio.
Los estrategas republicanos dicen que los candidatos se sienten atados.
“El mayor problema para muchos de estos republicanos es que la base de seguidores, los que van a salir a votar, todavía apoyan a Donald Trump”, dice el consultor republicano, John Feehery.
“Muchos de estos miembros están pensando ‘¿Cómo hago para ganar?’ Y si les ayuda condenar a Trump en sus distritos, eso es lo que van a hacer. Si creen que es mejor estarse quietos, eso harán. Y si creen que es mejor apoyar a Trump, lo van a hacer”, explica Feehery.
Luego de ocho años de control demócrata, los republicanos ganaron una estrecha mayoría en el Senado en 2014. Los demócratas necesitan ganar cuatro escaños para recapturarla si es que gana Clinton, o cinco escaños si gana Trump.
“Yo creo que vamos a ganar la mayoría en el Senado”, dice el senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, que de ser así podría convertirse en el líder de la mayoría del Senado.
“El Partido Republicano está en ascuas y sus candidatos —los senadores titulares—no hallan qué decidir sobre Trump”.
Este es el año ideal para los demócratas porque los republicanos tienen que defender más del doble de los escaños en juego que los demócratas, incluyendo algunos que representan a estados tradicionalmente demócratas.
El líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, no subestima el reto que su bancada encara.
“Es como una lucha con cuchillos dentro de una cabina telefónica”, dice McConnell. “Te puede pasar cualquier cosa”.
Pero hasta ahora las encuestas no muestran que vaya a haber una barrida. Los senadores republicanos de mayor antigüedad parecen estar liderando cómodamente en la lucha por la reelección. Muchos otros están detrás, pero solo por pocos puntos.
Aún así, Feehery concede que Trump puede salir costándoles varios escaños a los republicanos en ambas cámaras del Congreso —la única pregunta es cuántos.
“Si Donald Trump pierde la elección por 10 puntos, la Cámara [de Representantes] está en peligro. El Senado va a estar reñido de todas maneras”, agrega Feehery.