El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha intensificado su retórica antinmigrante antes de las elecciones parlamentarias del domingo, cuando se espera que el partido gobernante Fidesz obtenga una victoria directa.
La Unión Europea y las Naciones Unidas han expresado su alarma por el tono de la campaña y sus temores por presuntos ataques contra los medios y el poder judicial.
En un mitin de campaña reciente, Orban acusó a la UE de "tratar de llevarse a nuestro país".
"Bruselas quiere diluir a la población de Europa y reemplazarla, dejar de lado nuestra cultura, nuestra forma de vida", dijo a sus partidarios en Budapest el 15 de marzo.
Cerca de medio millón de migrantes ingresaron a Hungría en 2015 y 2016 en el punto álgido de la crisis, la mayoría se dirigió hacia Europa occidental. El flujo se detuvo después de que el gobierno de Orban erigiera una cerca fronteriza.
La UE quiere que todos los estados miembros acepten cuotas de refugiados, pero Hungría se negó y Bruselas ha amenazado con emprender acciones legales. La disputa ha impulsado el apoyo a la marca de política de identidad étnica del gobierno.
En una entrevista con Voz de América, el ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, dijo que los húngaros no quieren una sociedad multicultural.
"Nosotros los húngaros, consideramos que es un valor que hemos vivido en la Cuenca de los Cárpatos en la parte central de Europa durante 1.100 años como una sociedad cristiana húngara homogénea y unida".
Entre las muchas personas que el partido gobernante Fidesz acusa de conspirar contra Hungría se encuentra el multimillonario financiero estadounidense George Soros, un reclamo que él niega rotundamente.
La oposición acusa al primer ministro Orban de actuar como un dictador.
“Hoy, la libertad no está en peligro debido a las potencias extranjeras. Hoy, la tiranía no viene del Este, ni siquiera de Occidente, sino de Felcsut (la ciudad natal de Orban)", dijo el líder del Partido Socialista, Gergely Karacsony, en un reciente acto decampaña.
Hay una cantidad desconocida adicional en la encuesta del domingo. El partido Jobbik, anteriormente de extrema derecha, se ha desplazado hacia el centro político, atrayendo a pensionistas con promesas de una mejor atención médica.
Muchos jóvenes también son desanimados por la agenda de Orban.
"Creo que el gobierno no da suficiente libertad para pensar más, y no puedo ver mi futuro en este tipo de entorno", dijo la estudiante Laura Balazs mientras asistía a una reciente feria de trabajo en Budapest.
El jefe de derechos humanos de las Naciones Unidas describió recientemente al Orban como "racista" y "xenófobo".
Pero con la firme aprobación de su intransigente retórica antinmigrante, Orban parece listo para otro período en el poder.