La pandemia de coronavirus afecta los mercados del mundo, pero definitivamente, muestra su peor cara a las economías más deprimidas, incluso antes del inicio de la emergencia mundial.
Venezuela tiene varias aristas a analizar: un bolívar devaluado, una hiperinflación que rompe todos los pronósticos, sanciones que imposibilitan conseguir efectivo en divisas, producción petrolera en su nivel más bajo y un nivel de vida demasiado costoso para cualquier venezolano promedio. Es así, como desde hace varios meses, la economía del país ha conseguido una ventana de alivio en la “extranjerización” de la moneda. Es común ver la circulación del dólar o del euro en muchas partes del territorio. Gran parte de ese dinero llega a los venezolanos gracias a las remesas de familiares en el exterior.
Según un informe reciente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, la pandemia de COVID-19 ha mermado la capacidad productiva, y por ende las ganancias, de la mayor parte de los venezolanos migrantes en otros países del hemisferio. Hace unos meses, la tendencia en materia de remesas estaba favorecida por la tasa de cambio que ofrecía el Bolívar Soberano, lo que le permitía al ciudadano de a pie recibir más bolívares por los dólares o los euros que les enviaban sus familiares. Pero, desde hace unas semanas, la situación ha cambiado por completo.
Manuel Orozco, director del programa de remesas e inmigración del Diálogo Interamericano, explica que “(…) frente a esta crisis [de la pandemia] se están presentando varios problemas: uno de ellos es que la mayoría de los migrantes venezolanos que están fuera de Venezuela, se ubican en países donde el problema del impacto de este virus es más severo y está afectando su capacidad de empleo; entonces, por ejemplo, inmigrantes venezolanos en Perú, en Ecuador, en Chile, entre otros países, incluso en Colombia, su urgencia, su necesidad inmediata es cuidar de su propia salud y cómo lidiar con la falta o la pérdida de empleo”… Y así, el envío a su familia en Venezuela, sencillamente, queda en un segundo plano.
América Latina con un mal futuro en pronóstico
Según el informe preparado por Manuel Orozco del Diálogo Interamericano, tres grandes variables, relacionadas con la migración, influirán en la caída de las economías de la región:
La salud de los inmigrantes
Dice el informe que, “además de ser económicamente vulnerables, los inmigrantes latinoamericanos carecen de protección médica y buena salud. A pesar de ser más jóvenes, con 86% entre las edades de 21 y 70 años; 20% no tiene seguro médico en Estados Unidos”.
Una situación más preocupante se presenta con los inmigrantes indocumentados, que representan casi el 40% de la población migrante y los cuales, no buscarán asistencia médica, en el caso de presentar síntomas de la enfermedad, por temor a su estatus. Aparte de no contar con seguro médico, estas personas tienen ingresos mucho más bajos y la respuesta más inmediata será automedicarse.
Recesión económica
Revela el informe del Diálogo Interamericano que las proyecciones económicas alertan sobre una caída de al menos -2% en Estados Unidos, lo que provocará que 3 millones de personas pierdan sus empleos indefinidamente. De este número, 18% son migrantes de América Latina y el Caribe.
Consecuencias severas para la región
“La caída de las remesas en este momento va a golpear a muchos países en la región en un momento que el crecimiento económico ya era débil de por sí. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) ya había establecido que las remesas habían contribuido a prevenir que la región entrara en recesión. Sin embargo, ahora la proyección es de un millón de hogares en América Latina y el Caribe que dejarán de recibir remesas”, acota el informe.
Este golpe se hará sentir mucho más en aquellos países con mayor dependencia económica del extranjero como Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela. “El caso de los venezolanos en Estados Unidos es peculiar, en el sentido que los venezolanos aquí están trabajando en el sector servicio, a diferencia, por ejemplo, a los mexicanos y los centroamericanos que trabajan en servicio, agricultura y construcción. Los venezolanos, la gran mayoría, más del 80 por ciento se encuentra en el sector servicios; pero la mayoría está trabajando sin papeles o con una situación más o menos mixta”.
Además del impacto económico, la contracción en el bienestar de las familias en estos países aumenta por los precarios sistemas de salud y la falta de servicios básicos, como el agua, podrían crear una crisis humanitaria. “Países como Bolivia, Haití, Honduras, Venezuela, Nicaragua, entre otros; se encuentran en esa categoría en este momento”, revela el informe redactado por Orozco.
Venezolanos migrantes se debaten entre la moral y la necesidad
Con esta frase, Manuel Orozco describe la situación actual de la mayoría de los venezolanos, sobre todo en Estados Unidos, donde han perdido el piso que les ofrecía, bien o mal, la informalidad laboral donde se desenvolvían. “Ahora que muchos han perdido sus empleos, se debaten entre la responsabilidad moral de ayudar a sus familiares en Venezuela y la necesidad inmediata de atender su vida aquí en Estados Unidos”.
Las cifras indican que más del 70% de la fuerza laboral del país está paralizada por diversas razones, debido a la pandemia.