“¿Te duele algo?”, pregunta con autoridad Francisco Soares a un hombre envuelto en una sábana y tirado en una acera de Caracas. Le acompaña un grupo de voluntarios, que recorre de noche las oscuras calles de esta ciudad para repartir comida y ofrecer atención primaria de salud a grupos vulnerables.
La persona, de unos 30 años, y que lleva un bolso del programa educativo del gobierno con los colores de la bandera, asiente con la cabeza: piensa que lo envenenaron, responde entre líneas, segundos después.
Y enseguida, dos paramédicos, que acompañan la jornada, saltan a atenderlo: miden la saturación, revisan costillas y le dan un medicamento para el dolor.
Pero no acepta comida fácilmente, convencido de que puede matarlo, temor común de quien vive en la calle siempre con la guardia en alto.
En medio de la oscuridad, los voluntarios se ayudan de las linternas de los teléfonos.
“Creemos que lo que tiene es viral y no está envenenado como él piensa”, explica a la Voz de América Jeniffer García, tras atenderlo.
“Muchas personas en condiciones de calle son maltratadas por otros y viven esta situación que constantemente los están atacando y quiere matarlos”, continúa García, antes de marcharse a otra calle con el voluntariado.
En el camino se encuentran a adultos y niños descalzos en una quebrada; más allá, una mujer buscando comida en un bote de basura. Otro hombre busca plásticos y materiales de reciclaje en un tumulto de desperdicios que fue arrinconado en una vía.
Los voluntarios se bajan de los carros, dan comida y siguen… la escena se repite toda la noche. Con algunos duran más tiempo que con otros.
Montado en una moto, Soares comanda el operativo. Lo sigue un autobús, una camioneta y tres autos particulares con unos 20 voluntarios de la ONG Regala Una Sonrisa, que dirige.
Llevan casi 100 arepas rellenas de jamón y queso -- el plato tradicional de Venezuela y que prepararon más temprano-, además de jugos, bolsas con ropa ordenada por tallas y juguetes.
“Consiste en dar una atención primaria a las personas que están en situación de calle por distintas razones, por ejemplo, adicción, abandono, abuso… en fin, en problemas”, explica Rick Rosell, vicepresidente de la ONG.
“Nosotros le damos una primera atención para entonces luego invitarlos a dar un siguiente paso, tal vez con miras a reinserción social”.
Your browser doesn’t support HTML5
Antes de comenzar la jornada, Soares hace un círculo con los voluntarios, que se presentan, se toman de las manos y juntos lanzan carcajadas colectivas, que sirven para compenetrarse. Pero al mismo tiempo es tajante: si la persona no quiere ayuda, no insistir y seguir al siguiente.
Sube a la moto y arranca. En un punto se detiene y hace una seña al grupo. Se baja, se quita el casco, divisa a una persona en situación de vulnerabilidad. Lo aborda, como hace con todos, con similares preguntas: ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? ¿Te duele algo?
Y así avanza la noche.
Carlos, de 48 años, no está en situación de calle, pero también acepta la ayuda. Tiene una niña en brazos y otras tres más grandes lo acompañan, dice que son sus sobrinas.
“Eso significa muchísimo para ellos, más que todo para ellos, porque es una alegría para esos niños que algunas veces no comen”, agrega este hombre que llegó a una de las paradas que hizo la ONG para atender a un señor que dormía sobre un muro en la vía pública.
Sobre cartones, a las afueras de la sede de la Cruz Roja Venezolana, está un hombre que salta con pánico y corre al ver llegar a Soares y su equipo. Los confundió con funcionarios del programa social Negra Hipólita, creado en 2006 por el fallecido expresidente Hugo Chávez para brindar atención integral a personas en situación de calle.
Sin embargo, esa noche muchas de las personas que están en la calle expresaron temor a ser procesados por este plan, que aseguran vulnera sus derechos.
“Lo que hacen es buscar eliminarte (...) ojalá alguien tuviera la oportunidad de llegar a Negra Hipólita, eso es un campo de concentración”, dice otro hombre, que pide proteger su identidad.
Tiene 35 años y desde los 13 está en la calle. Tiene antecedentes penales y hace unos meses logró salir de ese centro de rehabilitación con ayuda de un familiar.
“Ahí se mueren los viejitos de gusanos, ahí no hay atención médica, ahí no hay nada, eso es peor que una cárcel”, denuncia.
A pocos pasos está Nixon Manrique, de unos 40 años, que no tuvo dinero para tomar el autobús de regreso a casa en los Valles del Tuy, a una hora de Caracas.
“Varias veces ha pasado, pero bueno no me pude ir hoy”, dice mientras sostiene una arepa y unas galletas que le regaló la ONG.
No existen cifras acerca de cuántas personas están en situación de calle en Venezuela. El 94,5% de los venezolanos vive por debajo del umbral de pobreza, si esta es medida por los ingresos, según la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello en septiembre de 2021.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones, o bien, síguenos en las redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram