Mantener a 500 personas en una sala virtual, durante seis horas, bailando, compartiendo, interactuando y hasta convirtiendo la sala de su casa en una discoteca era impensable. Pero la cuarentena ha hecho, incluso, que las maneras de ‘rumbear’ se reinventen, por más extrañas o inverosímiles que parezcan.
Sebastián González, empresario de Sego Firm, una firma de desarrollo y gestión de experiencias para entretenimiento, lleva 10 años trabajando en el área del entretenimiento, eventos y discotecas en Colombia. Antes de la cuarentena, se dedicaba a supervisar tres empresas relacionadas con el sector.
Al pensar en la soledad que muchas personas atraviesan en la actualidad, en medio del aislamiento decretado por diferentes gobiernos como medida de prevención de la propagación de la COVID-19, González y sus socios pensaron que era necesario entretenerse de alguna forma.
“Empecé a escuchar en la radio que ya estaba un tema de depresión. Que no solamente era la salud física, sino también… ¿la salud mental dónde queda? ... Yo estoy acompañado en casa con mi esposa, pero cuánta gente va a estar sola en casa y también en dónde los habrá agarrado la pandemia, y pues que están en cuatro paredes”, le contó Sebastián a la VOA.
Así que comenzó, junto a sus socios, a ‘tantear’ el terreno para crear unas fiestas a través de Zoom, aprovechando las variaciones que tiene la plataforma para generar interactividad. Además, se apoyaron con una empresa de licores para impulsar la actividad. Sin embargo, confiesa que sintió miedo y duró dos semanas sin dormir, pensando en el proyecto.
En Colombia, la cuarentena comenzó desde el 25 de marzo. La primera fiesta se llevó a cabo el 28, último sábado del mes y, desde ese momento, se realiza cada ocho días y algunos viernes. La convocatoria se hizo a través de redes sociales, bases de datos, e-mails, WhatsApp Bussiness, con los seguidores de sus negocios. En ese primer encuentro, se conectaron 80 personas.
Actualmente, han logrado que 500 personas estén conectadas en un mismo momento, donde más de 200 usan su cámara. “Hoy la plataforma nos ha brindado una información que ya han rotado más de diez mil personas (…) Los alcances ya en redes sociales, por medio de las pautas, la hemos llegado a más de dos millones de personas”, cuenta el empresario.
Pero, agrega, lo principal es la generación de una comunidad embajadora de las marcas que, hoy en día, integrada por más de 450 personas, de los cuales 250 están activas.
¿Cómo funcionan las fiestas?
A través de las cuentas de Instagram o Facebook de Sebastián, sus negocios y aliados que se han unido al proyecto, las personas se inscriben sin ningún costo. Sin embargo, existe la posibilidad de hacer un aporte voluntario.
Después de las siete u ocho de la noche comienza la acción. En ocasiones, se hace una ‘previa’ en la que los participantes aprenden a preparar prácticos cocteles en casa. A las 9, un DJ que trabajaba en uno bar de Bogotá, pone la música y la diversión comienza cuando el enlace de Zoom es compartido a los invitados.
Para la fiesta, Sebastián cuenta que manejan salas virtuales con capacidad hasta para 1.000 personas. Además, tienen “comunidades en WhatsApp, que ya hemos generado. Entonces, la gente suele funcionar como una rockola digital”.
Incluso, si hay temáticas de vestuario, se comienzan a mezclar las cámaras de todos los asistentes para mostrar sus prendas. La intención, cuenta el empresario, es que las cámaras permanezcan encendidas para generar confianza y seguridad entre los asistentes. “Al principio es raro, pero pues el ser humano es de costumbres”, dice González.
Con el pasar del tiempo, se va calentando la noche, gracias a los retos de licor o de baile. Todo dirigido a mayores de edad. Entonces, “se paran y hay muchos que ya tienen en su sala y la han vuelto una discoteca, y tienen unas luces que no sé de dónde las sacan, y empieza como un movimiento performático”. Los ganadores del reto de baile, por ejemplo, pueden ganar botellas de aguardiente. O los disfraces se someten a votaciones, en las que los mismos invitados eligen al ganador.
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Incluso, Sebastián -quien es diseñador- dice que se ha sorprendido de la creatividad de los asistentes, pues en plena fiesta, cuenta, usan si imaginación para hacer un montaje, en la saca de su casa, que funcione como fondo en la plataforma Zoom. “Ellos empiezan a jugar, ponen atrás un batallón de militares y tienen un disfraz de militar y se lo ponen. O cogen digamos los videos de estas chicas famosas que bailan reguetón y los ponen detrás de la pantalla y manejan tal distancia en la cámara que parece que estuvieran bailando con ella”.
La gente siempre pide más. El límite es las dos de la mañana, pero muchos, según González, siguen la fiesta con un enlace independiente hasta las cuatro o cinco de la madrugada.
“Se vuelven seis horas donde tú, en un punto, como que te escapas de la realidad y estás con la comunidad y cuando uno se da cuenta, son dos de la mañana”, agrega.
Para la mexicana Karla Monserrat Hernández, estudiante de 23 años, vio la iniciativa den redes sociales y le dio curiosidad, pensó que “nunca se va a volver presentar la ocasión de volver a ir a una discoteca virtual, pasando la pandemia y pienso que es una experiencia ‘padre’”.
Ha asistido en tres ocasiones y dice que lo que más le gusta es el reguetón que se escucha en Colombia, el DJ, la bailarina en escena, además de conocer canciones, personas e, incluso, confesó a VOA Noticias que ya tiene amigos.
“Tratamos de que sea un ambiente respetuoso, tanto las chicas que están bailando o el vocabulario que se usa (…) Tratamos de hacer sentir como si estuviéramos en la discoteca real”, agrega.
El público de esta actividad está entre 20 a 30 años, incluyendo personas de Asia y Europa. La mayoría son latinoamericanos, de Colombia y México. La ciudad central es Bogotá.
Más allá del licor y el baile
A comienzos del próximo mes, el 6 de junio, los empresarios organizarán una gran fiesta con 1.000 personas. Intervendrán influenciadores y conferencistas que hablarán de temas más positivos con talleres para escoger prendas en casa para convertirlas en un outfit apropiado para la fiesta o tutoriales de maquillaje para la rumba. “Tenemos contenidos de arte. Digamos que artistas amigos puedan ir mostrando su arte y mientras tú te estás tomando un trago, el otro está bailando, el otro está pintando una escultura”, agrega Sebastián.
El objetivo, dice, es vender un estilo de vida sano, pero con el toque latino de la fiesta, en la que convergen arte y cultura alrededor de una experiencia de entretenimiento.
“Ha sido un proceso paso a paso de cómo las marcas, que son más grandes que nosotros, las multinacionales, pueden impulsar esto con presupuesto para que podamos tener muchas mejores experiencias exitosas. Al final, todos tienen que ganar y hay un montón de talento que está guardado en la casa y no ha sabido qué hacer. Estamos buscando ser esa plataforma para que converjan todos esos artistas que están alrededor de la noche y todo el entretenimiento”.