Los cráteres en las calles y las casas dañadas han sido gradualmente reparados, pero las escenas que emergieron en el poblado de Bucha, cerca de Kiev, hace un año tras ser recuperado por las fuerzas ucranianas han quedado en la memoria como ejemplos del salvajismo de la guerra.
Bucha fue ocupado por las tropas rusas por alrededor de un mes, en medio de la ofensiva inicial en la invasión de Ucrania que comenzó a fines de febrero de 2022. Cuando se retiraron, dejaron atrás escenas de horror.
Cadáveres de civiles yacían donde cayeron, junto a sus bicicletas, sus autos, en los bordes de las calles, en patios, edificios y viviendas.
“Eran cadáveres de personas vestidas de civil, mujeres, ancianos, jóvenes”, dijo el fotógrafo de AP Vadim Ghirda, uno de los primeros periodistas que entraron a Bucha justo después de la retirada rusa.
Muchos no parecían que llevaban tiempo muertos: lucían como dormidos, recordó Ghirda. En otros se veían señales de haber sido ejecutados, con las manos atadas a la espalda.
En los días siguientes, los fotógrafos de AP documentaron las escenas de devastación en Bucha, donde lo ocurrido se investiga como crímenes de guerra. Los residentes, impactados, emergían de sus sótanos para encontrar tanques destruidos y vehículos militares abandonados en las calles.
Muchos cuerpos fueron hallados dentro de viviendas, otros en una fosa común. Más se descubrieron con el paso de los meses, cientos de ellos, incluso algunos niños. No todos han sido identificados.
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