Con la agenda doméstica del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estancada en el Senado, los líderes demócratas del Congreso han comenzado a buscar victorias legislativas en otros frentes, entre ellos la forma de mejorar la capacidad del país para competir con China.
Los demócratas de la Cámara de Representantes persiguen un acuerdo en un proyecto que otorgaría grandes subsidios a la industria de semiconductores y financiamiento para la investigación y desarrollo que refuercen la cadena de suministro, impulsen las operaciones de manufactura doméstica y avalen nuevas investigaciones científicas.
El esfuerzo sigue a una iniciativa aprobada en el Senado el año pasado con apoyo bipartidista llamada Ley Estadounidense de Innovación y Competencia 2021, que propuso asistencia de 52.000 millones de dólares a la industria de semiconductores y 200.000 millones más para proyectos de investigación y desarrollo que impulsen la competitividad de EE. UU.
La Cámara Baja probablemente pase su propia versión del proyecto de ley, lo que implica que ambas cámaras deberán llegar a un acuerdo sobre el lenguaje final antes de enviarlo a la Casa Blanca para que se convierta en ley.
No está claro si la legislación obtendrá el suficiente apoyo republicano en la cámara o si el lenguaje final seguirá atrayendo el respaldo republicano que ayudó al proyecto original a llevarlo a votación en el Senado.
Sin embargo, el presidente dijo en un comunicado esta semana que quisiera ver la iniciativa en su mesa de trabajo.
Biden elogió las “inversiones transformativas” que haría la legislación y dijo que es “una oportunidad de demostrar a China y al resto del mundo que el siglo XXI será el siglo de Estados Unidos, forjado por la creatividad y el trabajo duro de los innovadores, los trabajadores y los negocios”.
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Muchos legisladores que generalmente eluden la intervención del Gobierno en la economía perciben una necesidad de equilibrar la balanza para compañías estadounidenses que compiten con firmas chinas que reciben subsidios u otras preferencias del Gobierno de Beijing.
A pesar de un fuerte crecimiento económico en Estados Unidos el año pasado, una persistente escasez de semiconductore ha afectado a algunos sectores de la economía, como la industria automovilística.
Los trastornos en la cadena de suministros causados por la pandemia han sido difíciles de resolver, lo que ha llevado a muchos miembros del Congreso a proponer una “repatriación” de la producción doméstica de semiconductores.
Sin embargo, China no es un gran competidor de Estados Unidos en semiconductores. China fabrica algunos, pero el mayor productor del mundo es Taiwan Semiconductor Manufacturing Corp., en Taiwán.
Ryan Young, un miembro del Competitive Enterprise Institute, dijo a la Voz de América que los esfuerzos del Congreso para replicar a China y manipular la economía de EE. UU. son cuando más “desacertados” y en el peor de los casos destructivos.
Aunque es indiscutible que el Gobierno chino crea todo tipo de ventajas para ciertos sectores de su economía, la respuesta de Estados Unidos no tiene que ser igual, opinó.
Las grandes firmas de tecnología chinas sufren de deudas sustanciales, ineficiencias de operación e interferencia política, señaló.
Según Young, la industria de semiconductores, la preferida de los esfuerzos legislativos, ya ha emprendido pasos para traer parte de su producción a territorio estadounidense, y puso como ejemplo al gigante Intel, que está expandiendo un complejo de fabricación de 50.000 millones de dólares en Arizona.
[Informe de Rob Garver, VOA]
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