Según el Centro de investigación PEW, casi la mitad de la población hispana apta para votar son Millennials, es decir jóvenes entre los 18 y 35 años.
Pero, los mismos investigadores se preguntan si estos jóvenes son conscientes de su poder definitorio y si acudirán a las urnas para elegir al nuevo presidente estadounidense.
Muchos jóvenes no lo saben, otros sí, pero no quieren votar. Otros lo harán, pero no bajo su propio criterio.
Estos son sólo algunos de los retos que plantea la investigación del Centro PEW, que dejó en evidencia un potencial electoral que puso a trabajar en una nueva estrategia a las campañas republicana y demócrata para ganar el voto hispano.
Por sí sola, la estadística es muy reveladora al mostrar que el 44% de los hispanos aptos para votar en esta elección presidencial son jóvenes que nacieron desde 1982.
Para muchos de ellos, la elección del próximo mes de noviembre será la primera en la que sufragarán y su entusiasmo se refleja en frases como la de la joven Karen Laso.
“Estamos en esa era donde la juventud latina siente un poder, donde nos estamos parando a decir no, no van a deportar a nuestras familias”, dijo a la Voz de América Karen Laso.
Si su determinación fuera también la de los más de 12 millones de jóvenes hispanos aptos para sufragar, “el despertar del gigante” definiría quién será el presidente de Estados Unidos en 2016.
Pero la realidad también señala que no todos los jóvenes, tal y como sucede con el resto de la población hispana, acuden a las urnas. Según las estadísticas, sólo el 46 por ciento, de los 27 millones de hispanos aptos para votar, lo hacen.
Cambiar esta tendencia es el reto de las organizaciones sociales hispanas de cara a las elecciones generales de noviembre. El objetivo es traducir en hechos reales, la posibilidad que el poder del voto hispano decida quién será el nuevo ocupante de la Casa Blanca.