El presidente de los EE.UU. ha abogado por mantener la exención impositiva durante un año para aquellos estadounidenses con una renta inferior a los 250.000 dólares anuales.
La reacción de Romney
Romney no cede
El candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney, se pronunció esta mañana sobre el polémico punto de los impuestos. En un comunicado emitido por su portavoz de campaña, consideró que la propuesta de Obama conlleva "un incremento masivo de los impuestos", porque su propuesta sólo contempla las bajadas para aquellas familias con unos ingresos anuales de menos de 250.000 dólares.
Mitt Romney anunció recientemente que él también pediría al Congreso que se mantuviera la extensión tributaria, pero para cualquier grupo familiar, incluidos aquellos con ingresos superiores a esa cifra; algo que el presidente de los EE.UU. no apoya por considerar que los más ricos han de contribuir más a través de impuestos.
Obama defendió que se mantenga el descenso de impuestos que se instauró durante la era Bush en lo relativo a la clase media y que se paguen las mismas tasas que se estaban abonando bajo la administración Clinton. Esto significaría que aquellos estadounidenses que ingresan menos de 250.000 dólares al año podrían pagar, durante 12 meses más, unos impuestos más bajos.
Asimismo, el presidente señaló que, si los impuestos se elevan, las familias trabajadoras “podrían perder una media de 2.200 dólares”. “Quiero darles un alivio. Desde que llegué a la oficina, he bajado los impuestos para los pequeños empresarios en 18 ocasiones”, recordó.
Obama aseguró, además, que una vez pasadas las elecciones presidenciales, planteará una reforma del sistema de impuestos “a largo plazo. Ahora, la prioridad es darle a los pequeños empresarios y a las familias de clase media la seguridad que merecen”.
Los republicanos, en cambio, quieren que la exención siga abarcando a todos los estadounidenses, incluyendo los multimillonarios, por lo que se prevé que presionen este mes para que se extienda la medida, que expira a fin de año.
Los dos partidos mayoritarios se encuentran enfrascados en una dura batalla política en el que los temas de la economía y cómo estimularla predominan sobre otros como la inmigración, la reforma de salud y el matrimonio entre homosexuales.