El nominado del presidente Joe Biden para dirigir el Departamento de Transporte, Pete Buttigieg, planteó el jueves ante el Senado que la inversión en infraestructura será uno de los pilares para la recuperación económica bajo el nuevo gobierno.
“Necesitamos reconstruir nuestra economía y el Departamento de Transporte juega un papel central en esto”, aseguró el exalcalde de South Bend, Indiana ante el Comité de Comercio de la Cámara Alta.
No se prevé que la confirmación de Buttigieg enfrente oposición.
El presidente del comité, el republicano Roger Wicker, dijo durante la audiencia que estaba “muy seguro” de que darán luz verde a la nominación del demócrata. Buttigieg se convertirá así en la primera persona abiertamente gay en ser confirmada por el Senador para una puesto en el gabinete. Su esposo, Chasten, le acompañó durante la audiencia.
El demócrata, quien también fue rival de Biden durante las primarias del su partido, hizo énfasis en su intención dar vida a la visión del ya presidente para la renovación de la infraestructura, con el objetivo de “crear millones de trabajos bien pagados y revitalizar las comunidades que han sido dejadas atrás”.
También lea Demócratas asumen un estrecho control del Senado tras ser juramentados tres nuevos senadoresEn su testimonio, Buttigieg señaló que el país se enfrentaba a una “oportunidad generacional”, con el apoyo de ambos partidos, “para transformar y mejorar la infraestructura” en EE.UU.
El presidente Biden prometió en su campaña inyectar 2 billones de dólares en infraestructura, transporte y energía; entre sus objetivos, se marcó el crear nuevos puesto de trabajo y modernizar los sistemas en el país para hacer frente al cambio climático.
“Buenas políticas de transporte pueden jugar un papel en hacer posible el sueño americano (…), pero también reconozco que, en el peor de los casos, las políticas equivocadas (…) pueden reforzar la desigualdad racial y económica”, explicó Buttigieg ante el Senado.
La industria del transporte ha sido una de las más afectadas por la pandemia del COVID-19, con menos personas trasladándose y siguiendo las directrices de permanecer en casa de sus gobiernos locales.
Para noviembre del 2020, la demanda de transporte aéreo bajó un 70% en comparación con el 2019 y, pesar de la ayuda que las aerolíneas recibieron fondos con el paquete de ayuda del gobierno Trump, la industria lucha por mantenerse a flote. Lo mismo sucede con los trenes y el transporte urbano, obligados, tanto a nivel nacional como local, a reducir sus servicios y recortar personal ante la falta de ingresos.