“Si hay que parar para sacarlos, que paren. Si hay que devolver a los miles de presos palestinos que tenemos aquí (en Israel), que los devuelvan. Pero que hagan todo lo posible para traer ya a todos los rehenes, a todos”, clama la argentina-israelí Adriana Adar, cuya suegra de 85 años, Yafa Adar, fue secuestrada por Hamás desde el pasado 7 de octubre.
Adriana es una de las 35.000 personas que, según los organizadores, se han congregado este sábado frente a la Oficina del Primer Ministro en Jerusalén, para reclamar el retorno inmediato de los alrededor de 240 rehenes que Hamás mantiene cautivos en la Franja de Gaza.
Miles de ellos llegaron a la ciudad después de una marcha de varios días por la principal autopista de Israel que partió el pasado martes desde Tel Aviv.
Durante la protesta Adriana portaba la foto de su sobrino Tamir, también secuestrado, y de su suegra, cuyos vídeos entrando en Gaza dieron la vuelta al mundo el mismo día del brutal ataque del grupo islamista Hamás ese sábado negro.
Yafa es la anciana que fue llevada al enclave por milicianos armados en un carrito de golf.
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Yafa esperaba ese día a toda su familia en su casa del kibutz de Nir Oz, uno de los más cercanos a Gaza y los más castigados el día del ataque. Iban a celebrar el cumpleaños de sus bisnietos, pero cuando esa mañana comenzaron a sonar las alarmas por el masivo lanzamiento de cohetes desde la Franja, avisó a su familia de que mejor no fueran.
En un primer momento no se alarmaron demasiado, ya que es algo a lo que los israelíes que viven en los kibutz cerca de la Franja de Gaza -muchos de ellos de origen latinoamericano, especialmente argentinos- están acostumbrados. Pero pronto se dio cuenta de lo que ocurría no era normal.
“Las alarmas no paraban y ese día fue al búnker, que normalmente no iba. Y al rato nos escribió un mensaje, nos dijo que se oían disparos y voces en árabe”, recuerda su nuera, que llegó hoy a Jerusalén en una marcha de cinco días, encabezada por familiares y seres queridos de los secuestrados, a la que se unieron miles de israelíes que exigen al gobierno acciones inmediatas para su liberación.
“A las 9.30 am nos escribió. Nos dijo que los terroristas habían entrado en casa. Y ya no supimos nada más de ella hasta los vídeos que difundió Hamás”, relata Adriana, que no vive en Nir Oz, pero sí gran parte de su extensa familia.
En el kibutz de Nir Oz, una pequeña comunidad de no más de 400 habitantes, Hamás dejó una huella imborrable. Al menos 40 personas fueron asesinadas y unos 80 secuestrados, es decir, un tercio de su población fue víctima de los islamistas.
“Deben escucharnos, mirarnos a la cara y pedirnos perdón porque nos abandonaron. Abandonaron a toda mi familia. Estuvieron más de 8 horas sujetando la puerta, escapando de los incendios y escondiéndose de los tiros”, afirma Adriana en referencia al Gobierno de Israel, al que demanda “actuar ya para liberar a todos los secuestrados”.
“Mi suegra con 85 años no tiene tiempo, el bebé de nueve meses no tiene tiempo, mi sobrino que fue llevado a Gaza herido tampoco tiene tiempo. Los tienen que traer ya”, instó Adriana, con una sensación de urgencia compartida por el resto de manifestantes, que gritaban en hebreo “ajshav”, que significa ahora.
Denuncian "ineptitud" del gobierno
En solidaridad a los familiares de las víctimas se unieron el matrimonio argentino-israelí Andy y Haydee Faur.
“Ha habido una ineptitud total del gobierno. Lo que ocurrió fue un error muy grave y ahora no sabemos qué están negociando con el tema de los cautivos, o sí están haciendo algo”, afirmó enfadado Andy. “La sensación es que el gobierno hace poco y muy lento. No hay transparencia ni comunicación”, agregó su esposa.
Por ello, Andy y Haydee se unieron en la entrada a Jerusalén a esta marcha que culminó en la Oficina del Primer Ministro, sede del gobierno de Israel, para demandar a éste que haga todo lo que esté en su mano para traer a los secuestrados. Pero Benjamín Netanyahu, aunque ha prometido que traerá de vuelta a todos los cautivos, se niega a pactar un alto el fuego que facilite las negociaciones con Hamás, lo que ha aumentado la inquietud entre las familias.
“Hace 43 días que no sabemos nada de ellos. Cada día que pasa pueden morir. Cada minuto, cada momento es importante. Queremos que los traigan de vuelta a casa”, apunta Avraham, un israelí de Tel Aviv que caminó durante cinco días hasta Jerusalén, muy disgustado con el Ejecutivo.
De hecho, en su ofensiva terrestre dentro de la ciudad de Gaza, las tropas israelíes han hallado en los dos últimos días los cuerpos de dos rehenes, la soldado Noa Marziano, de 19 años; y la mujer de 65 años, Yehudit Weiss.
En el primer mes de la guerra, gracias a la mediación de Qatar y de EEUU, Hamás liberó a hasta cuatro rehenes: primero una madre y una hija estadounidenses; y luego a dos ancianas israelíes. Pero las negociaciones llevan semanas atascadas, sin resultados tangibles. Según las últimas informaciones filtradas, Hamás se habría ofrecido esta semana a liberar 50 secuestrados, pero Israel exigió 100.
“Netanyahu tiene que dimitir. Necesitamos otro gobierno. Esa es mi esperanza cuando esto pase”, añadió Avraham.
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