Con los comicios del 2 de noviembre ya al doblar de la esquina, la contienda para elegir gobernador, un senador y legisladores para la Cámara de Representantes se ha tornado muy encarnizada en Florida, donde demócratas y republicanos libran una batalla campal en pos de la delantera en la urnas.
La razón principal no es un secreto: Florida es uno de los ocho estados de la nación escenarios de duras batallas entre los candidatos a gobernadores y senadores, y de las campañas más disputadas para congresistas, en las que que el voto de los hispanos promete ser crucial.
Según la más reciente encuesta de los diarios The Miami Helard y St. Petersburg Times, el republicano Rick Scott le lleva una ligera ventaja de tres puntos porcentuales en las preferencias de voto a la demócrata Alex Sink, en la disputa por la gobernación del estado, lo que podría verse como un empate técnico dado el margen de error de cuatro puntos del sondeo.
Para cubrir el puesto vacante en el Senado por Florida, el republicano Marco Rubio, de 39 años, parece haber sabido capitalizar el desencanto de los electores con el gobierno para según la mayoría de las previsiones situarse a la delantera de sus dos rivales, el independiente y actual gobernador Charlie Crist, y el demócrata Kendrick Meek.
La campaña más al rojo para la Cámára de Representantes y también una de las más plagadas de ataques personales entre los contendientes y cuyo desenlace es más incierto en el sur de Florida es la protagonizada por el el demócrata Joe García y republicano David Rivera, reelecto al Congreso sucesivamente desde 2002.
Votantes como el republicano Luis Fabián anticipan que los demócratas “serán los grandes perdedores” el 2 de noviembre porque los casi dos años de Obama en la Casa Blanca han sido “de fracasos, con más discursos e imagen que políticas efectivas”.
Aymée Villar, inscrita como demócrata, dijo que no sabe cuál va a ser el resultado de los comicios porque “los electores están muy confundidos con los temas y enmiendas que van a votación”, sin embargo dijo no tener dudas de que habrá “un voto de castigo contra los demócratas”.
Desde que el 18 de octubre comenzó la votación adelantada en la urnas, los republicanos han acudido en mayor cantidad que los demócratas a los centros de votación en Florida, y también llevan una ventaja temprana en los sufragios con boletas de electores ausentes.
Todo cuando las estadísticas muestran que en el populoso condado de Miami-Dade, el mayor mercado laboral de Florida, el desempleo empeoró el mes pasado para situarse en la nada alentadora cifra de 12,8 por ciento.
Principalmente para los demócratas se trata de una elecciones claves, porque está en juego el control del Congreso, motivo por el que el presidente Obama estuvo cuatro días de gira esta semana por cinco estados en busca de reunificar y renovar el aliento y la confianza de quienes hace dos años lo llevaron a la Casa Blanca.
Aun con el voto en gran medida polarizado, algunos expertos siguen creyendo que la última palabra estará en manos de los electores independientes, históricamente considerados decisivos en el estado.
Lo único cierto en cifras es que el 54 por ciento de los electores consideran que Florida ha ido hasta ahora por mal camino, y que tres de cada cuatro republicanos y dos de cada tres demócratas dicen estar seguros de que el 2 de noviembre irán a votar.