Miles de estudiantes, padres y vecinos asistieron a una vigilia a la luz de las velas el jueves en honor de 17 personas asesinadas en un tiroteo en una escuela de Florida, cuyos nombres fueron mencionados en voz alta en medio de sollozos.
Diecisiete estatuas de ángeles representaron a las víctimas mortales. Diecisiete linternas fueron liberadas como globos al aire en su recordación.
"Cada nombre fue como si mi corazón dejara de latir un momento", dijo Bryan Herrera. El jugador de fútbol de 17 años dijo que en un principio no había planeado acudir a la vigilia. "Creía que no podría manejarlo", señaló.
El padre de Jaime Guttenberg, una de las víctimas de la matanza, se lamentaba de no poder recordar si le dijo a su hija que la amaba antes de morir en la escuela Marjory Stoneman Douglas en el Día de San Valentín.
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Como él, unos 8.000 personas permanecieron durante horas en un parque cercano a la escuela donde Nikolas Cruz abrió fuego el miércoles y mató a 14 estudiantes y tres adultos.
Vestidos con el color rojo de la escuela, algunos sostenían flores en las manos mientras que otros empuñaban letreros en los que exigían acción para combatir la violencia en las escuelas, incluido el control de armas.
Dos representes de Florida ante el Congreso de Estados Unidos, Debbie Wasserman Schultz y Ted Deutch, ambos demócratas, participaron en la vigilia y pidieron una mayor control de armas.
En un momento dado, algunas personas en la multitud comenzaron a gritar "¡No más armas! ¡No más armas!"
Tighe Barry sostenía un letrero amarillo que rezaba: "NRA, deja de matar a nuestros niños", refiriéndose a la Asociación Nacional del Rifle, por sus siglas en inglés.
"Tengo dos chicos, y creo que la única forma en que esto va a parar es si les quitamos de la espalda a los políticos a los cabilderos de las armas", afirmó Barry.
Ernest Rospierski, un profesor de la escuela, respiró profundamente varias veces en la vigilia mientras hablaba con un reportero acerca del horror que se vivió en los pasillos de la escuela.
"Bang, bang, bang... de repente, el tiroteo paró", dijo. "Miré hacia abajo. Él estaba recargando el arma. Grité: ¡corran! Y luego corrí detrás de la mayor cantidad de chicos que pude".
Shay Makinde, de 16 años, se esforzaba en contener las lágrimas por los amigos que intentó salvar pero no pudo. El estudiante de penúltimo año jaló del pasillo a los estudiantes que huían para hacerlos entrar a un salón de clases. Giró para jalar a Joaquin Oliver pero era demasiado tarde. La vigilia "me hizo ver de nuevo a mi amigo y verlo cuando lo baleaban y ver su cuerpo en el piso".
El evento concluyó con una solicitud a todos para que escriban un acto de bien específico que realizarían en los próximos días y semanas como una forma de canalizar las crudas emociones de la noche en algo positivo.