Freedom House: Libertad en internet disminuye en Venezuela y Brasil

La organización Freedom House detalló en el estudio cómo plataformas digitales y en especial las redes sociales son “el campo de batalla” donde se lucha “por la democracia”.

Solo un 20% de la población mundial disfruta de libertad en internet, según el más reciente informe de Freedom House, una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos.

Según el informe divulgado el martes, de los más de 3.800 millones de usuarios de internet en el mundo, el 71% vive en países donde las personas han sido arrestadas o encarceladas por criticar temas religiosos, sociales y políticos.

El reporte concluyó que la libertad en internet empeoró por novena vez consecutiva a nivel global. La organización detalló en el estudio cómo plataformas digitales y en especial las redes sociales son “el campo de batalla” donde se lucha “por la democracia”.

Además de la injerencia por parte de gobiernos extranjeros, como por ejemplo la campaña de desinformación rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016, los ciudadanos ahora deben enfrentar la amenaza interna de los “líderes populistas”.

Cada vez más los gobiernos a nivel global están usando las redes sociales para “manipular las elecciones y monitorear a sus ciudadanos”, escribió la organización en un comunicado.

“Los líderes políticos han descubierto que la propaganda funciona mejor que la censura”, dijo a la Voz de América Amy Slipowitz, investigadora de Freedom House.

En Latinoamérica, los países que experimentaron con mayor intensidad este fenómeno en 2019 fueron Venezuela, Brasil y Colombia.

“[En estos tres países] hubo un empeoramiento de la libertad en internet”, dijo Slipowitz, quien estudia en particular esta región.

Venezuela

Hay dos motivos principales por los que el índice de libertad en la red disminuyó en Venezuela: los apagones masivos y el bloque de transmisiones en vivo y páginas web por parte del gobierno.

“Gran parte del empeoramiento puede ser atribuido al control de la información por parte de las autoridades”, explicó Slipowitz, “hay un control muy estricto sobre qué tipo de información está disponible en Venezuela.

Un ejemplo que la investigadora dio fue el bloqueo masivo (por parte del proveedor de internet estatal IPS) a Twitter, páginas de transmisión de video como YouTube y varios sitios web de noticias el cuatro de marzo, cuando el presidente encargado Juan Guaidó volvió a Venezuela después de la fallida entrega de ayuda humanitaria.

Aunque la investigadora afirmó que “hay algunas plataformas de redes sociales” que son accesibles en Venezuela, el acceso que los ciudadanos tienen a éstas se ve mitigado “por los problemas de conectividad”.

Según el Instituto Prensa y Sociedad (IPS), una organización de periodistas de investigación que aboga por el acceso a la información, Venezuela tiene la conexión más lenta a internet del continente. Lo cual no solo limita el acceso de los ciudadanos sino que dificulta también el trabajo de los medios de comunicación, de acuerdo con un estudio del IPS.

Desinformación durante las elecciones

En el caso de Brasil y Colombia existe un denominador común: la libertad en la red se ve comprometida durante los periodos electorales.

En las elecciones presidenciales del 2018, donde obtuvo la victoria Jair Bolsonaro, proliferó la desinformación propaganda a través de redes sociales y plataformas de mensajería como WhatsApp. Grupos pro-Bolsonaro y su colación de “ultra derecha” diseminaron rumores “homofóbicos, noticias engañosas e imágenes alteradas”, escribió Freedom House en su informe.

Además de estos ataques, la ONG encontró instancias de cibertaques perpetrados por “actores no identificados” contra periodistas, entidades gubernamentales y usuarios políticamente activos.

La tendencia no se quedó en la campaña ya que, según Freedom House, después de asumir la presidencia “Bolsonaro contrató a consultores de comunicaciones acreditados para encabezar la sofisticada campaña de desinformación”.

En Colombia, durante las elecciones presidenciales, hubo campañas de “desinformación” a través de Facebook y Whatsapp. Sin embargo, según Slipowitz, en este caso no encontraron un “actor principal” definido.