Si algo ha cambiado en las últimas dos décadas en la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Humana Adquirida (SIDA) y la infección con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), es la tasa de éxito.
Los avances han sido relevantes, especialmente en el tratamiento de niños infectados por el VIH, un motivo para conmemorar durante el Día Mundial del SIDA.
Mejor aún, como dice la doctora Sonia Endara, del Hospital de Niños Vaca Ortiz, en Quito, Ecuador, “ya no es una enfermedad mortal, ahora es una enfermedad crónica”. Incluso sostiene que el problema no es estar infectado con el VIH, sino que “lo peor que hay es un paciente que tiene VIH y no lo sabe”.
En diálogo con voanoticias.com, la medica ecuatoriana dice que “es gratificante poder trabajar con los niños porque los resultados que se obtienen son muy buenos”.
Recordó que “ya no es como antes que se escuchaba la expresión VIH y se relacionaba con la muerte, ahora los pacientes tienen una buena calidad de vida y un tiempo de vida largo siempre y cuando se sometan a los cuidados indicados”.
En la actualidad, en el Hospital Vaca Ortíz “tenemos 80 niños que tienen más de 8 años de tratamiento y están muy bien, sin infecciones oportunistas”, dice la doctora Endara, quien señala además que “es gratificante ver a los niños cuando vienen a la consulta y te abrazan, te dan un beso”.
Dramáticos resultados en prevención
Pero además de mejorar la perspectiva y la calidad de vida de los infectados, los avances han sido relevantes también en prevención.
“Es muy importante hacer la prevención de la transmisión vertical, de madre a hijo, porque esa es la vía más importante por la que los niños reciben la infección por VIH” explicó la doctora Endara.
En tal sentido, “el Ministerio de Salud Pública de Ecuador ha implementado un programa por el que las madres que asisten a los hospitales públicos deben ser examinadas de VIH en su primer control de embarazo y durante el tercer trimestre”.
Lo que estos análisis permiten es “detectar a las pacientes con VIH” y en ese caso “la madre recibe la medicación y con eso logramos disminuir de forma importante la transmisión”.
En caso de verificar que la madre es portadora del VIH, “una vez que el niño nace se le suspende la lactancia materna y se inicia la lactancia artificial con sucedáneos de la leche y bajamos drástica la infección”.
Lo que se ha logrado es tener “menos del 2% de niños infectados cuando se logra hacer este tipo de intervención”, lo cual revela que “vale tanto la pena trabajar en prevención de la transmisión vertical, que la tasa de transmisión baja de cerca del 40% al 2%, o menos cuando se toman todas las medidas. Entonces sí, los resultados son dramáticos”, afirmó.
Mejor aún, “con tratamiento los pacientes llegan a tener casi la misma expectativa de vida que los otros pacientes a pesar de que la medicación trae muchos problemas como efectos colaterales, pero se puede sobrellevar bien una vez que el paciente se hace consciente de su situación”.