Cuando la periodista salvadoreña Julia Gavarrete comenzó a visitar a una familia alojada en un hotel, cuyos miembros huían del estado de excepción implantado en El Salvador bajo el gobierno del presidente Nayib Bukele hace un año, empezó a hilvanar un relato encarnado por tres protagonistas que en las primeras visitas le mostraban una y otra vez los cientos de documentos de un proceso judicial por el que habían sido juzgados y encontrados inocentes años atrás.
Sin embargo, una vez más volvían a sentirse perseguidos.
El seguimiento a la historia que le tomó varios meses documentar llevó a Gavarrete, periodista de El Faro, a escribir su reportaje “Una familia que no debe nada huye del régimen de Excepción”. La pieza la convirtió en ganadora del premio Ortega y Gasset de Periodismo, que el 21 de marzo le fue entregado en la 40º edición de reconocimientos a la excelencia periodística en Valencia, España, como “mejor investigación”.
De vuelta en El Salvador, Julia Gavarrete conversó con la Voz de América y reflexiona sobre el año transcurrido tras la instalación del régimen de excepción, que a su juicio ha trastocado todas las dinámicas en el país centroamericano donde nació hace 33 años, y sobre todo para el ejercicio el periodismo en un medio comprometido con la verdad.
“Hacer periodismo en El Salvador en este momento implica muchísimos riesgos”, dice a la VOA y argumenta que el ambiente hostil hacia el periodismo independiente se siente en diferentes esferas, tanto en amenazas a la seguridad física como digital; e incluso periodistas como ella se plantean cómo comunicarse con las fuentes ante un entorno donde los ciudadanos no tienen garantías constitucionales ni derechos civiles a más de un año de permanecer bajo régimen de excepción.
“Lo que vivimos hace dos años no se va comparando con lo que vemos en el tiempo presente, cada vez son situaciones que nos exigen más y más cuidado a la hora de trabajar sobre todo porque los ataques que vemos en las redes sociales muchas veces son acusaciones sin fundamento” contra los periodistas, explica.
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Lo más grave, dice Gavarrete, es que los ataques no sólo llegan de forma anónima y con los linchamientos digitales desde redes sociales y centros de troles; también adquieren voz y forma en funcionarios de alto nivel del gobierno en turno “que no tienen reparos en emitir una acusación aún cuando no tienen pruebas, y esto es lo peligroso”, comenta.
El presidente Bukele ha utilizado las redes sociales para criticar a periodistas y medios que abordan temas como la seguridad. "Cada vez me convenzo más, que hay periodistas que desean que nuestro plan de seguridad falle y que nuestra gente siga sufriendo", dijo el mandatario en una ocasión, tras revelarse las supuestas negociaciones que su administración habría entablado con las pandillas antes de desatarse "la guerra" y el estado de excepción que impera en el país.
El jurado de los premios Ortega y Gasset 2023 consideró en su acta que el trabajo de Julia Gavarrete “trata de una historia que ejemplifica la indefensión total de los ciudadanos cuando desaparecen las garantías democráticas, relata una escapada constante sin perspectiva a decir ante un enemigo difuso”.
El reconocimiento a esta publicación de El Faro fue una de las cuatro categorías entregadas a la excelencia del periodismo en español, donde se reconoció también la cobertura de la guerra de Ucrania.
Testigo del deterioro emocional
Al zambullirse en el proceso de investigación y ganar la confianza de la familia compuesta por la madre, una mujer que ronda los 50 años, y su hija e hijo veinteañeros, la periodista comenta que a medida avanzada en el trabajo la hacía reflexionar y cuestionarse sobre la situación.
Más allá del cuadro familiar del que era testigo, la periodista expone cómo la familia se iba deteriorando emocionalmente mientras el tiempo transcurría.
También lea Salvadoreños exigen en Washington la libertad de los inocentes detenidos bajo el régimen de excepciónLa premiada periodista explica que se veía expuesta cada vez al grupo familiar que la veía como un salvavidas en la tempestad a quien aferrarse, mientras intentaba responder las preguntas que le hacían sobre la situación del país. Como periodista, dice, no tenía las respuestas que ellos necesitaban.
Las preguntas de la familia se ampliaban en la medida en que su círculo de amigos de reducía y con ello las donaciones para mantenerse “a salvo” a medida se alargaba la situación de clandestinidad en la que se encuentran todavía en algún lugar de El Salvador.
Gavarrete cuenta en su historia que la familia le llamaba llorando al límite de la desesperación en que se encontraban, cuando decían que ya no soportaban más y que “mejor se iban a entregar”. Reconoce lo difícil que se vuelven esos momentos y cómo resuenan las palabras de angustia aunque desde el periodismo se trate de ver con cierta neutralidad.
En diciembre pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicó un análisis sobre “seguridad de los periodistas que cubren situaciones de trauma y angustia”, para la serie “Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de medios”, en el que enfatiza el impacto emocional que la exposición a cuadros traumáticos puede tener en los comunicadores.
“La exposición a sucesos potencialmente traumáticos y la realización de reportajes sobre las personas afectadas puede ser causa de trauma directo o secundario”, consideran los expertos de UNESCO.
Algunos medios de comunicación en Estados Unidos han abierto espacios de conversación dentro de las salas de redacción para reflexionar de "manera sincera" e individual con terapeutas especializados sobre los problemas y ansiedades que enfrentan los periodistas por las coberturas de noticias y hechos traumáticos.
También lea ¿Cuáles son y quiénes deben establecer los protocolos de seguridad para periodistas?El Centro Internacional de Periodistas también ha esbozado que la profesión del periodismo y las coberturas en entornos de riesgo son proclives a la ansiedad y el estrés postraumático.
Periodismo bajo asedio
A inicios de marzo el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamarro, invitado a una disertación de Reuters Memorial Lectura 2023, expuso la situación de "hacer periodismo bajo una dictadura" y su experiencia en Nicaragua, y los costos emocionales que implica para los comunicadores.
Chamorro dijo que los cuadros se repiten de uno a otro país en el continente cuando se van perdiendo los derechos ciudadanos y cuando poco a poco se va minando el libre ejercicio del periodismo y la libertad de expresión.
“Hacer periodismo bajo una dictadura es un acto de resistencia para seguir informando y contando la verdad" y que esa resistencia requiere –por tanto- "de hacer un periodismo de calidad”, apunto.
Al reseñar la entrega del premio para Gavarrete, la directora de El País, Pepa Bueno, valoró el acercamiento cuidadoso de la periodista a las fuentes y "víctimas" de una historia que muestra una especie de “situación kafkiana” en la que la periodista detiene la mirada en aspectos que no se suelen mencionar en un conflicto bélico o sociopolítico.
“Ella se fija en el daño que hace en la salud mental el horror en aquellos, y algo más: esa familia atemorizada y dispuesta a desaparecer en su propio país cuyos miembros viven como fugitivos atenazados por una amenaza difusa se fían de la periodista, ellos que temen a todo confían en ella que les ha seguido durante semanas y meses sin traicionarlos”, dijo la directora Bueno.
Bueno sintetiza la confianza de la madre de los jóvenes en tres líneas del reportaje "Cada vez que llego al hotel, Norma, la madre, se echa a dormir, a veces son cinco minutos a veces diez o media hora, 'perdone que me duerma' le dice a la periodista, pero cuando usted está aquí me siento segura", para la directora de El País no hay mejor homenaje "a nuestro trabajo que esas palabras".
Un recorrido interminable
Julia Gavarrete asegura que sigue trabajando en el tema dado que la familia se mantiene en la clandestinidad y en precaria condiciones después de un año de estado de excepción.
En las investigaciones que ha seguido desde El Faro -que ganó con este su segundo premio Ortega y Gasset de Periodismo- apunta a que hay más personas en igual condición, pero que temen hablar con los periodistas dada la situación sociopolítica del país.
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Durante el último año distintos observatorios han registrado un deterioro de la libertad de prensa en El Salvador y han dicho que se agudiza además la situación para la libertad de expresión de los salvadoreños.
La Asociación de periodistas de El Salvador (APES) consideró al cerrar el año 2022 en su informe que el periodo fue un año "crítico" para la prensa, cuando registraron "espionaje ilegal y retenciones arbitrarias" contra periodistas sobre todo por las limitaciones impuestas bajo el estado de excepción.
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