La de este jueves ha sido una mañana intensa en los aledaños de la Corte Suprema. Con el visto bueno a la reforma sanitaria, diversas reacciones se han sucedido
Este jueves era el gran día para muchos de ellos. Bajo un sol abrasador, decenas de personas se concentraban frente a la Corte Suprema, en espera de la decisión sobre la reforma sanitaria del presidente de los EE.UU., Barack Obama.
Algunos no tenían esperanza y creían que el fallo de la corte sería negativo por el conservadurismo de sus miembros. Otros, más animados, bailaban al son de Stevie Wonder y lanzaban proclamas como “Queremos la reforma de Obama”.
Feministas, organizaciones pro-choice y pro-life, miembros del Tea Party, asociaciones de enfermeros y doctores, simpatizantes demócratas y republicanos y hasta miembros del movimiento Occupy DC se aglutinaban frente a las puertas al ritmo de proclamas y con carteles en las manos.
“Si el cuidado preventivo sale adelante, reduciría fuertemente los costos en atenciones y cirugías que mi familia ha gastado”, explicaba a la Voz de América durante la espera Victoria Eisenberg, de 27 años y madre de tres hijos pequeños que padecen asma.
David Mott, de 62 años y vecino de Rockville, también se hallaba expectante.
Sufridor de problemas cardícacos, aseguraba que, pese a poseer un seguro médico en la actualidad, podría perderlo. "Esta reforma es importante para el país y un gran paso adelante. Estaremos sanos siempre y cuando los demás también lo estén”, declaraba.
“Apoyamos la asistencia médica para todos, porque garantiza la cobertura para todos los americanos”, opinaba Brad Burton, enfermero de 59 años procedente de Virginia. Burton había acudido a la concentración junto a la organización National Nurses United.
Mientras tanto, los Tea Party Patriots, bajo la consigna “La Constitución importa”, mostraban su rechazo público a la medida, que esperaban fuese rechazada por la corte.
Para Marco Poewr, de 63 años y ciudadano de Alabama, la reforma se llevaba por delante “muchas libertades".
"Los EE.UU. no consisten en eso, sino en la posibilidad de tomar tus propias decisiones. No tenemos que ser responsables de las vidas de otros”, afirmaba.
Cuando el comunicado salió a la luz y se supo que la reforma sanitaria seguiría adelante, sus partidarios estallaron en júbilo y comenzaron a retirarse, satisfechos.
Desde el lado contrario la decepción hizo mella.
Betty Schieber, de Pennsylvania, declaró que la medida “apesta” y que es injusta porque los beneficiados “van a conseguir esto sin ningún esfuerzo, y ésa no fue la forma en la que me educaron. No nos tendrían que hacer pagar por nada”.
Los hispanos, por su parte, se llevaban una gran alegría desde una de sus organizaciones de representación, la Unión Internacional de Empleados de Servicio.
Eliseo Medina, su tesorero, relataba a la Voz de América que, “desde hace mucho tiempo” su lucha por la reforma del sistema de salud había sido fuerte.
“La ley del presidente Obama beneficia a más de nueve millones de latinos que nunca antes habían tenido cobertura médica. Es un gran día para todos los trabajadores, para el presidente Obama y, por qué no, para este país”.
“Ahora los afectados no van a tener que preocuparse sobre qué va a ocurrir si ellos o sus hijos se enferman. Todavía nos queda, por desgracia, mucho que hacer, pero para el trabajador latino son muy buenas noticias”, agregó.
Joan Smith, de Virginia, coincidía con él. “Esta medida es buena para la salud de la nación. En este país, no todo el mundo se puede permitir un seguro de salud. Es importante que la gente esté aquí y que se organice, para que, quizá en noviembre, veamos algunos cambios”.
Algunos no tenían esperanza y creían que el fallo de la corte sería negativo por el conservadurismo de sus miembros. Otros, más animados, bailaban al son de Stevie Wonder y lanzaban proclamas como “Queremos la reforma de Obama”.
Feministas, organizaciones pro-choice y pro-life, miembros del Tea Party, asociaciones de enfermeros y doctores, simpatizantes demócratas y republicanos y hasta miembros del movimiento Occupy DC se aglutinaban frente a las puertas al ritmo de proclamas y con carteles en las manos.
“Si el cuidado preventivo sale adelante, reduciría fuertemente los costos en atenciones y cirugías que mi familia ha gastado”, explicaba a la Voz de América durante la espera Victoria Eisenberg, de 27 años y madre de tres hijos pequeños que padecen asma.
David Mott, de 62 años y vecino de Rockville, también se hallaba expectante.
Sufridor de problemas cardícacos, aseguraba que, pese a poseer un seguro médico en la actualidad, podría perderlo. "Esta reforma es importante para el país y un gran paso adelante. Estaremos sanos siempre y cuando los demás también lo estén”, declaraba.
“Apoyamos la asistencia médica para todos, porque garantiza la cobertura para todos los americanos”, opinaba Brad Burton, enfermero de 59 años procedente de Virginia. Burton había acudido a la concentración junto a la organización National Nurses United.
Mientras tanto, los Tea Party Patriots, bajo la consigna “La Constitución importa”, mostraban su rechazo público a la medida, que esperaban fuese rechazada por la corte.
Para Marco Poewr, de 63 años y ciudadano de Alabama, la reforma se llevaba por delante “muchas libertades".
"Los EE.UU. no consisten en eso, sino en la posibilidad de tomar tus propias decisiones. No tenemos que ser responsables de las vidas de otros”, afirmaba.
Cuando el comunicado salió a la luz y se supo que la reforma sanitaria seguiría adelante, sus partidarios estallaron en júbilo y comenzaron a retirarse, satisfechos.
Desde el lado contrario la decepción hizo mella.
Betty Schieber, de Pennsylvania, declaró que la medida “apesta” y que es injusta porque los beneficiados “van a conseguir esto sin ningún esfuerzo, y ésa no fue la forma en la que me educaron. No nos tendrían que hacer pagar por nada”.
Los hispanos, por su parte, se llevaban una gran alegría desde una de sus organizaciones de representación, la Unión Internacional de Empleados de Servicio.
Eliseo Medina, su tesorero, relataba a la Voz de América que, “desde hace mucho tiempo” su lucha por la reforma del sistema de salud había sido fuerte.
“La ley del presidente Obama beneficia a más de nueve millones de latinos que nunca antes habían tenido cobertura médica. Es un gran día para todos los trabajadores, para el presidente Obama y, por qué no, para este país”.
“Ahora los afectados no van a tener que preocuparse sobre qué va a ocurrir si ellos o sus hijos se enferman. Todavía nos queda, por desgracia, mucho que hacer, pero para el trabajador latino son muy buenas noticias”, agregó.
Joan Smith, de Virginia, coincidía con él. “Esta medida es buena para la salud de la nación. En este país, no todo el mundo se puede permitir un seguro de salud. Es importante que la gente esté aquí y que se organice, para que, quizá en noviembre, veamos algunos cambios”.