El presidente Donald Trump dijo el miércoles que Estados Unidos no está en guerra comercial con China y expresó su voluntad de negociar una solución luego de que Pekín tomó rápidas represalias por los aranceles estadounidenses a productos chinos por $50.000 millones de dólares.
“No estamos en una guerra comercial con China, esa guerra se perdió hace muchos años por las personas tontas o incompetentes que representaban a Estados Unidos”, tuiteó el mandatario temprano el miércoles. “Ahora tenemos un Déficit Comercial de $500 mil millones al año, con Robo a la Propiedad Intelectual por otros $300 mil millones. ¡No podemos dejar que esto continúe!”.
Funcionarios estadounidenses aseguraron que pese a los mensajes desafiantes del presidente hay un margen de maniobra.
Cuando se le preguntó si los aranceles estadounidenses podrían no entrar en vigencia y ser una táctica de negociación, el principal asesor económico de Trump, Larry Kudlow, dijo a los periodistas: “Sí, es posible. Es parte del proceso”. El funcionario calificó los anuncios de ambos países como propuestas de apertura.
Más tarde, Kudlow dijo a Fox News Channel: “No creo que sea una guerra comercial. Creo que habrán intensas negociaciones”.
Cui Tiankai, embajador de China en Estados Unidos, tuvo una reunión de una hora en el Departamento de Estado en Washington con el secretario de Estado en funciones, John Sullivan.
“Seguimos prefiriendo la negociación, pero se necesitan dos para bailar tango. Veremos qué hará Estados Unidos”, dijo el embajador tras la reunión.
"Hay tiempo"
Las acciones comerciales no se llevarán a cabo de inmediato. La publicación de la lista de Washington el martes comenzó un período de comentarios públicos y consultas que se espera que dure alrededor de dos meses. La fecha efectiva de los cambios en China depende de cuándo entren en vigencia los aranceles de Estados Unidos.
Una guerra comercial a gran escala podría desestabilizar los lazos comerciales entre Estados Unidos y China, un componente importante de la economía mundial.
1300 productos
Apenas 11 horas después de que el gobierno del presidente Donald Trump propuso aranceles del 25 por ciento a unos 1.300 productos industriales, tecnológicos, médicos y de transporte, China presentó su propia lista con gravámenes equivalentes a las principales importaciones estadounidenses, que incluyen a la soja, aviones, automóviles, carne y productos químicos.
La rápida y enérgica respuesta de Pekín elevó la perspectiva de una disputa entre las dos superpotencias económicas del mundo, lo que podría dañar la economía global.
El anuncio de China golpeó al sector agrícola de Estados Unidos y las acciones de las empresas exportadoras tuvieron una jornada volátil.
A diferencia del listado de Washington, que tiene muchos productos industriales poco conocidos, el de China incluye exportaciones referenciales estadounidenses, como la soja, la carne de vacuno congelada, el algodón y otras materias primas agrícolas procedentes de estados como Iowa o Texas, que votaron por Trump en la elección presidencial del 2016.
Entre los productos de fabricación estadounidense que podrían ser gravados con aranceles por China destacan los autos eléctricos de Tesla, los modelos Lincoln de Ford, los aviones Gulfstream de General Dynamics y el güisqui Jack Daniel’s de Brown-Forman Corp, según la lista de Pekín.
¿Riesgo calculado?
Si bien Washington apuntó contra productos que se benefician de la política industrial china, incluida su iniciativa “Hecho en China 2025” para reemplazar las importaciones tecnológicas avanzadas con productos locales, Pekín parece buscar un daño político.
Por ejemplo, el tabaco y el güisqui son producidos en Kentucky, el estado del líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell.
“Es más un juego de riesgo calculado, dejando claro cuál sería el costo, con la esperanza de que ambas partes puedan llegar a un acuerdo y no llegue a aplicarse ninguno de estos aranceles”, comentó Evans-Pritchard. Los tres principales índices de Wall Street se recuperaron de una fuerte caída inicial porque los inversores pusieron más atención a las ganancias empresariales que al conflicto comercial.
Trump negó que las represalias equivalgan a una guerra comercial. No obstante, los inversores se preguntaron hasta dónde podría escalar una de las peores disputas comerciales en años.
“Se daba por hecho que China no respondería de manera muy agresiva y evitaría una escalada de las tensiones. La respuesta de China es una sorpresa para algunas personas”, dijo Julian Evans-Pritchard, analista de Capital Economics, destacando que ninguna de las partes ha pedido aún la entrada en vigor de los aranceles.