La Corte Suprema de Justicia de Honduras rechazó el jueves una apelación de la defensa del expresidente Juan Orlando Hernández, que hace unos días pidió arresto domiciliario para el exmandatario mientras enfrenta un proceso de extradición.
Hernández fue capturado el 15 de febrero luego de que la justicia de Estados Unidos solicitará su captura con propósito de extradición por delitos de narcotráfico y desde entonces se encuentra recluido en una instalación policial custodiado por un fuerte dispositivo de seguridad.
Un día después de su detención, Hernández fue presentado ante un juez que le informó los cargos ligados a tráfico de drogas y uso de armas que le imputa Estados Unidos y su defensa solicitó la medida de casa por cárcel, pero la petición fue denegada. La decisión fue apelada y en la jornada fue nuevamente rechazada.
Tras su arresto, la esposa de Hernández, la exprimera dama Ana García, se presentó ante el comisionado nacional de los Derechos Humanos y el Comité Nacional de Prevención Contra la Tortura, Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, para denunciar violación a los derechos de su marido.
También lea Abogados de Hernández batallan para evitar que avance proceso de extradición“He expresado mi preocupaciones en cuanto a la detención de Juan Orlando y las condiciones en las que se encuentra. Se le han violentado sus derechos humanos esenciales desde la forma horrorosa en que fue exhibido con vejámenes”, declaró a medios locales.
De igual forma, la ex primera dama realizó, junto a seguidores del exmandatario al menos dos vigilias afuera de la instalación policial en apoyo al expresidente.
En los últimos años, fiscales federales del distrito sur de Nueva York acusaron a Hernández de financiar su ascenso político con ganancias de narcotraficantes a cambio de proteger sus envíos. Durante años, él intentó contrarrestar esas afirmaciones.
Cuando en una corte de Nueva York se le vinculaba con narcos, el mandatario no tardaba en aparecer en Estados Unidos o en un acto con funcionarios de la embajada estadounidense en Honduras reforzando la idea de que tenía el apoyo de Washington y las acusaciones eran únicamente una cuestión de traficantes resentidos que inventaban historias para vengarse de él porque los había extraditado a la nación del norte.
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