A la ya difícil situación que viven miles de damnificados tras el paso devastador del huracán Ian por el suroeste de la Florida, se une el drama de cientos de inmigrantes hispanos indocumentados que se resisten a pedir ayudas del gobierno de EEUU por temor a ser deportados.
“Su miedo es más grande que su necesidad”, asegura a la Voz de América la mexicana Anahí Morales, una de las voluntarias que desde hace una semana entrega donativos puerta a puerta a quienes “han perdido su carro y no tienen cómo buscar las cosas que la gente les da”.
En Fort Myers, la turística localidad costera que recibió lo peor del poderoso huracán Ian, vive una gran comunidad hispana, en su mayoría proveniente de México y Guatemala. Muchos de ellos no tienen un estatus migratorio regular ni un permiso de trabajo. Otros ni siquiera una identificación y viven al día, con trabajos duros de poca paga.
“Estamos tratando de ayudar a la comunidad que no puede hablar inglés y tienen miedo. Hace unos días habíamos contactado con el Ejercito y FEMA [la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias] y los llevamos a las comunidades, pero la gente hispana tiene miedo. Ven carros oficiales y su temor pesa más. Queremos hacerles entender que no vienen a llevárselos o preguntarles por un número de seguridad social, vienen a ayudarlos, para que estén bien”, lamentó.
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Morales y un grupo de voluntarios hispanos han recorrido los barrios afectados por las inundaciones del mar donde las condiciones son “muy feas”. El agua cubrió las casas hasta los techos y destruyó las pertenencias de cientos de familias, que ahora se acumulan en grandes pilas de basura en las calles como testimonio de la furia de Ian.
La gran mayoría sigue sin servicio eléctrico a más de una semana del huracán y dependen de la asistencia de personas que les proporcionan agua, comida caliente, ropa y hielo para preservar los alimentos. Muchos viven en condiciones insalubres porque no tienen otro lugar a donde ir. Aún así se resisten a pedir ayuda a las agencias del gobierno.
“Siempre nos quedamos en la sombra cuando deberíamos recibir la misma ayuda que los demás. Todo estamos juntos en esto”, insistió Morales, de 25 años, quien también perdió su auto en las inundaciones y junto a sus dos hijos” no ha podido tomar una ducha en días”.
También denunció las “injusticias” que sufren los damnificados en barriadas con mayoría hispana, donde los dueños de las casas los están amenazando con el desalojo si no pagan la renta. “La mayoría perdió sus trabajos y sus pertenencias, no tienen dinero, ¿cómo van a pagar”, lamentó.
En fila para recibir ropa y productos de aseo junto a sus hijos de cinco y ocho años, la mexicana María González confesó a la VOA que es una de las que no confía del todo en el gobierno y cree que si se registra para recibir asistencia de FEMA sus datos podrían ser compartidos con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).
“Siempre te queda ese miedo. Me enteré que aquí estaban donando cosas y vine con mis niños porque ya no tenemos nada, nuestra casa se inundó completa. Aquí me dicen que me pueden ayudar y creo que lo voy a hacer, lo de pedir ayuda”, dijo mientras esperaba su turno en un estacionamiento donde Morales y otros activistas repartían donativos.
Solicitar asistencia al gobierno no es tan sencillo para un indocumentado. “Tienes que tener al menos un número de seguro social”, explica Jessica Wood, una latina que está organizando asistencia a través de su organización sin fines de lucro “Drinks for democracy”.
También lea "Esta temporada va a ser mucho más activa", advierte el Centro Nacional de Huracanes“Necesitamos ayuda en zona, especialmente de FEMA. La mayoría de las personas aquí son indocumentadas, así que ellas tienen solo pueden aplicar usando el social de sus hijos. Pero cuando lo intentan hacer en línea, no pueden. Necesitamos a los empleados de FEMA para que ellos autoricen la aplicación aún cuando no tengan documentos. Es la única manera, con un empleado. Estamos tratando de convencer la gente”, insistió.
Las manos hispanas son las que van a reconstruir
Fort Myers Beach, el punto por donde Ian tocó tierra el pasado 28 de septiembre como huracán de categoría 4 de la escala Saffir-Simpson, es la zona cero del desastre. Ahí trabajaba la gran mayoría de la población hispana de la localidad. La tormenta arrasó con la zona y de paso con el sustento de miles.
En su visita este miércoles, el presidente Joe Biden prometió que el gobierno no se marcharía “hasta que el trabajo esté completo” y la vida en la comunidad haya vuelto a la normalidad. A la vista de la magnitud del desastre, esa “vuelta a la vida” tomará tiempo y costará miles de millones, según estimaciones oficiales.
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María Ferrer Vélez, la dueña de Paletería Carrucel, hubiera querido que Biden recorriera no solo la playa, sino los barrios “donde vive la gente”. Junto a su hija y su nieto, cocina alimentos calientes cada día para quienes “lo perdieron casi todo”. “Son mis clientes, no los puedo abandonar”, afirmó.
Según esta mexicana, la mayoría de los negocios perdidos en el huracán “tienen seguros, aparte de que el gobierno los va a ayudar. Es la gente de aquí, hispana, la que necesita la ayuda. La gente trabajadora. Ahí nos vamos a dar cuenta cuáles manos son las que van a alzar todo lo que se cayó: puras manos de gente hispanas”, advirtió.
“No nos quieren dar licencias ni un permiso, más que no sea el de trabajar, y es eso lo que yo quisiera con el alma, que estas palabras que tocaran allá arriba e hicieran conciencia. Que escucharan que la gente que va a levantar esto que se derrumbó es la gente hispana, la que siempre está firme para trabajar en lo que sea, porque a eso venimos a este país”, concluyó.
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