Las fuerzas de seguridad abrieron fuego directamente contra cientos de manifestantes antigubernamentales el viernes en el centro de Bagdad, matando al menos a 10 personas e hiriendo a docenas de ellas.
Los hechos ocurrieron horas después de que el principal clérigo chiíta de Irak advirtió a ambas partes que pusieran fin a cuatro días de violencia "antes de que sea demasiado tarde".
El número de muertos se elevó a 53 durante los enfrentamientos, en jornadas marcadas una fuerte escalada en el uso de la fuerza contra manifestantes desarmados.
La violencia mostró que ambas partes no están dispuestas a retroceder ante los disturbios que indican que Irak está ante su desafío más serio desde la derrota del grupo del Estado Islámico hace dos años.
En un discurso televisado en la madrugada del viernes, el primer ministro Adel Abdul-Mahdi dijo que se habían escuchado las "demandas legítimas" de los manifestantes, y agregó que las medidas de seguridad utilizadas contra las manifestaciones eran como una "medicina amarga" que debe tragarse.
Las autoridades cerraron Internet e impusieron un toque de queda las 24 horas en la capital en un intento desesperado por frenar las manifestaciones.
Las fuerzas de seguridad dispararon directamente contra las personas que intentaban llegar a la plaza central de Tahrir, que estaba cerrada, dispararon directamente a la cabeza a dos manifestantes y los mataron.
En tanto el brazo mediático del ejército dijo que dos policías y dos civiles fueron asesinados por disparos de francotiradores.
Los que protestan, muchos de los cuales habían acampado en las calles durante la noche, se reunieron antes del mediodía cerca de Tahrir en desafío a la llamada de Abdul-Mahdi y su toque de queda anunciado un día antes.
Alrededor del atardecer, después de las oraciones del viernes, el número de manifestantes aumentó a más de 1,000 cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego en las calles laterales para evitar que más personas llegaran a la plaza Tahrir, o Plaza de la Liberación.
"No hay electricidad, no hay trabajo, la gente muere de hambre y la gente está enferma. Es una maldición”, dijo un joven manifestante, que se negó a ser identificado por temor a represalias.
"Estoy participando en las manifestaciones debido al desempleo y la corrupción", aseguró Rasoul Saray, un residente de Bagdad, desempleado de 34 años, que llevaba una máscara verde. Prometió continuar protestando a pesar de la represión.