Un suicida que atacó una base militar en Irak esta semana era un exdetenido en la prisión militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo, Cuba, liberado en 2004 después que Gran Bretaña cabildeara por su liberación, lo que genera dudas sobre la capacidad de los servicios de seguridad de conocer el paradero de potenciales terroristas.
El grupo Estado islámico identificó al atacante como Abu Zakariya al-Britani, y dos funcionarios de seguridad británicos también confirmaron que el hombre era un británico, de 50 años, anteriormente conocido como Ronald Fiddler y como Jamal al-Harith.
Él era uno de los 16 hombres que en 2010 recibieron un pago total de 10 millones de libras esterlinas, ahora equivalente a 12,4 millones, en compensación, cuando el gobierno británico llegó a un acuerdo por un juicio que alegaba que sus agencias de inteligencia eran cómplices de tortura a los prisioneros en Guantánamo, de acuerdo con las autoridades.
La agencia de noticias Associated Press dice que las autoridades hablaron a condición del anonimato debido a lo sensible del asunto.
Al-Harith era un diseñador web convertido al Islam cuando fue a un retiro religioso en Pakistán, en octubre de 2001. Él dice que fue advertido que el país no era seguro debido al profundo sentimiento anti británico y anti estadounidense en los días previos al ataque de Estados Unidos en Afganistán y decidió regresar a Europa por tierra vía Irán y Turquía.
Sin embargo, agrega que fue detenido a punta de pistola cerca de la frontera con Afganistán y entregado al Talibán, que lo acusó de ser un espía británico, lo golpearon y lo encarcelaron. Un par de meses después fue liberado por la Alianza del Norte y se le permitió llamar a su país. Él dijo a su familia que regresaría pronto, pero fue entregado a los estadounidenses y enviado a Guantánamo. Como muchos otros, dijo que fue torturado en esa prisión.
Arthur Snell, exdirector del programa Prevent, que es parte de la estrategia anti terrorismo de Gran Bretaña, dijo que las autoridades claramente habían perdido contacto con Fiddler.
En declaraciones a la BBC, Snell dijo que “Es obvio que colectivamente, las autoridades, y obviamente yo tenemos alguna responsabilidad personal allí, no nos dimos cuenta de lo que planeaba Fiddler”.