Johana Bahamón, la reconocida actriz colombiana que dejó hace 12 años la actuación para dedicarse a dignificar la vida de las personas condenadas a prisión en Colombia, está detrás de la Fundación Acción Interna.
Esta iniciativa impulsó, por ejemplo, el primer restaurante del mundo dentro de una prisión de mujeres, un festival de teatro con población carcelaria y la ley que genera inclusión y brinda beneficios a todas las empresas que contratan a personas que han cumplido sus condenas carcelarias.
Y aunque muchos creerán que el éxito se alcanza con la fama y el reconocimiento -como les sucede a algunos artistas-, a esta actriz pisar por primera vez una prisión fue lo que realmente le cambió su vida.
“Fue hace 12 años cuando me invitaron a la cárcel a ser jurado de un evento y conocí la realidad carcelaria de nuestro país. Conocí lo que pasa allá adentro, conocí el espacio, conocí los seres humanos que están ahí en las cárceles y conocí sus historias”, contó la colombiana, en entrevista con la Voz de América.
Testimonios como el de una mujer que le relató cómo había matado a su esposo porque violó a su hijo de tres años, la marcaron para siempre. Simón, el hijo mayor de Johana tenía la misma edad, así que su condición de mujer y madre la hizo comprenderla.
“Ahí creo que surgió una empatía, que es la que me ha motivado hasta hoy a seguir trabajando en las cárceles de nuestro país… es entender qué le pasa a cada persona sin justificar el delito, pero poder entender”, afirmó.
Comenzó a trabajar, a través del teatro, pues la actuación era su herramienta de trabajo. El resultado la dejó más que sorprendida y fue, entonces, en 2012, cuando decidió crear la Fundación Acción Interna, pues se dio cuenta de que no era el arte en sí lo que generaba la transformación, sino las segundas oportunidades.
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Johana cree “que todos hemos cometido errores" y que "a todos nos han dado segundas oportunidades y llega el momento de la vida en que hay que empezar a darlas, a generarlas, a crearlas, no solamente a creer en ellas, sino a crearlas, y creo que se siente mucho mejor dar una segunda oportunidad que recibirla”.
Hoy, la fundación asegura haber trabajado con 152.000 personas privadas de la libertad, 1.700 pospenados, 632 familiares y 15.469 guardias y personal administrativos. Y, desde la pandemia, beneficiado 132 establecimientos penitenciarios en todo el país.
Rompiendo esquemas
La fundación trabaja bajo tres líneas de acción, que funcionan dentro y fuera de las prisiones. La primera está relacionada con “el crecimiento interno, personal, rehabilitación de adicciones, apoyo psicosocial, apoyo jurídico”, explicó Johana a la VOA.
La segunda es la red socialización por medio del arte y la cultura. En este marco, Johana y su fundación han impulsado los festivales de teatro. Y la tercera está relacionada con la productividad, “que las cárceles no sean solo centros de reclusión, y, en el caso de los pospenados, que puedan reincorporarse productivamente a la vida nuevamente”.
En este sentido -explica- han roto esquemas. Se creó Interno, el primer restaurante en el mundo, dentro de una cárcel, reconocido por la revista Time como uno de los 100 mejores lugares en el mundo para visitar y lo que le valió a la fundación el primer lugar, entre 500 organizaciones, en los Premios Latinoamérica Verde 2021 en la categoría Desarrollo Humano, subcategoría Igualdad.
Además, impulsó la primera agencia de publicidad en un penal, una tienda en línea con productos hechos en las prisiones colombianas por personas que recuperaron su libertad, emprendimientos, oportunidades laborales, entre otros. También se brinda formación, capacitación y hasta becas a personas privadas de la libertad, a los que cumplen condenas y a sus familiares.
Todos los programas son voluntarios, cualquier persona puede acceder a ellos de forma voluntaria y gratuita, aquellas que han recuperado su libertad o familiares de personas que están en las cárceles. A pesar de que según el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), en Colombia el 7,1 % de la población en las prisiones son mujeres, la mayoría de las personas que participan en los proyectos de Acción Interna integran esta población.
“La idea de esta casa es que se reincorporen no solo social sino laboralmente, de una forma digna, como se lo merecen, porque son personas que ya han cumplido su deuda con la sociedad, que ya han pagado por su error y aquí les damos las herramientas para que puedan reincorporarse laboralmente con nuestros aliados, que ya nos tienen vacantes abiertas, sin importar su pasado judicial”, explicó la colombiana, autora de los libros Historias Privadas de la Libertad (2020) y Segundas Oportunidades (2022).
El reto: dejar atrás los estigmas
Pero el trabajo no para allí. En marzo de 2022, el Congreso colombiano aprobó la ley para brindar segundas oportunidades a personas que han cumplido sus condenas carcelarias, una iniciativa impulsada por Bahamón: “Es una ley que da beneficios económicos y tributarios a empresas que contraten a personas que han recuperado su libertad”.
“Para nadie es un secreto lo difícil que les cuesta y lo difícil que es enfrentarse a esa realidad de rechazo y estigmatización”, afirmó Johana, quien señaló además que este es uno de los principales retos, así como de las motivaciones para seguir adelante: acabar con los estigmas.
Es más, explica la empresaria, las crisis penitenciaria en los países latinoamericanos se debe, en parte, a que “ no cumplan con su finalidad”, que es “la resocialización”.
Otro de los logros, tanto de Johana como de la Fundación es “La celda: voces de libertad”, un pódcast que nació en 2020 y que cuenta testimonios esperanzadores de personas privadas de la libertad y pospenadas, buscando darle visibilidad a esta población y generar empatía con la sociedad civil.
El proyecto de Johana ya trascendió su vida familiar, pues además de su dos hijos biológicos, Simón y Mía, adoptó a Evelyn, una pequeña que nació en la cárcel. "[Ahora] tiene dos mamás", explica.
¿Las enseñanzas de esta labor? "Trabajar con ellos me ha enseñado a valorar mucho más, a necesitar mucho menos, a convertir errores en oportunidades, a no estigmatizar, a liberarme", dice con resolución.
"Creo que las personas que estamos por fuera vivimos más encarcelados mentalmente que las mismas personas privadas de la libertad. Tenemos prejuicios, tenemos estigmatización, les tenemos miedo y liberarse de eso se siente bien y creo que es algo que la cárcel ha hecho por mí", concluyó.
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