De beato a santo: la ceremonia

En 2005 se pidió la canonización por aclamación popular del pontífice, prohibida por el Vaticano.

El camino a la beatificación atraviesa varias etapas desde la muerte del fiel hasta convertirlo en santo. A Juan Pablo II le faltan días para alcanzarlo.

Desde el mismo día en que Juan Pablo II murió, los miles de feligreses que acudieron a venerarle en su funeral y los que lo hicieron desde todas las iglesias del mundo, pidieron al Vaticano que santificaran al amado pontífice.

La Iglesia no vaciló en aceptar el pedido, pero según los protocolos conceder la santidad es un proceso largo con muchos requisitos que cumplir.

Sólo para iniciar el proceso de beatificación, el derecho canónico exige que hayan transcurrido al menos cinco años desde su muerte. Si bien, anteriormente el plazo superaba los cincuenta años.

El procedimiento a seguir en las causas de canonización y beatificación está recogido en la Constitución Apostólica Divinis perfectionis Magíster” de 25 de enero de 1983 y en las Normas Servandae in inquisitionibus ab episcopis faciendis in causis sactorum del 7 de febrero de ese año.

El proceso oficial consta de tres fases. La primera de ellas corresponde en dar el título de venerable al fiel, algo que se concede en reconocimiento a sus virtudes heroicas.

Se convierte en Beato cuando, además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se demuestra un milagro obtenido a través de la intercesión del siervo/a de Dios y verificado después de su muerte a través de una instrucción canónica especial, constituida por médicos y teólogos. Si bien hay una excepción a este requisito: el haber sido reconocido como mártir.

El milagro de Juan Pablo II es haber curado a la monja francesa Marie-Simon Pierre, quien padecía de Parkinson, igual que el Papa. La religiosa relata cómo se curó después de haber rezado por el pontífice.

La última etapa es la canonización, que le convierte al beato en santo. Mediante la canonización se autoriza el culto público y se le asigna un día festivo, así como recibe la autorización para construir iglesias y santuarios en su nombre.

Un santo de santos

El propio Juan Pablo II proclamó beata a la madre Teresa de Calcuta en 2003, sólo seis años después de su muerte. Este tiempo récord supuso un hito al considerarse el proceso de beatificación más rápido de la historia de la Iglesia moderna.

En 2005, tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo II el 2 de abril, se pidió la canonización del pontífice e incluso algunas personas propugnaron la canonización por aclamación popular.

Esta fórmula, prohibida en la Iglesia desde el siglo XV, la aplicaba el pueblo de forma espontánea a una persona que moría mártir o con fama de santidad y antes de que fuera competencia de obispos y Papa.