Al menos seis personas murieron y casi una docena resultaron heridas el martes en la explosión de dos bombas en el exterior de una escuela en un distrito predominantemente chiita en el oeste de Kabul.
El portavoz de la policía de la capital afgana, Khalid Zadran, dijo por Twitter que las explosiones fueron consecutivas en la entrada de la escuela secundaria Abdul Rahim Shahid en Dasht-e-Barchi, y que todas las víctimas eran “compatriotas chiitas”.
La escuela tiene casi 16.000 alumnos y es una de las mayores de Afganistán.
Las fuerzas de seguridad talibanes llegaron al lugar y comenzaron a investigar, agregó Zadran.
Otra bomba estalló anteriormente en un centro de instrucción cercano, según reportes locales. Un estudiante sufrió heridas graves y otras seis personas lesiones menores, reportó el periódico Etilaatroz citando al personal de la escuela.
El ataque fue condenado por la comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos, Naciones Unidas y las principales organizaciones de derechos humanos.
“Estados Unidos se une a la comunidad internacional para expresar su indignación por los atroces ataques al Centro de Educación Mumtaz y la escuela Abdul Rahim Shahid en Kabul”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en un comunicado.
También lea Talibanes niegan educación secundaria a las niñas, restringen pasaportes a mujeresEn un mensaje publicado en Twitter, el representante especial del secretario general de la ONU para Afganistán dijo que “los responsables del crimen contra escuelas y niños deben ser llevados ante la justicia”.
Amnistía Internacional condenó el ataque contra minorías étnicas y religiosas, y dijo que demostró que los talibanes “no están protegiendo a los civiles”.
Nadie se responsabilizó por los ataques, pero la rama del Estado Islámico en Afganistán, conocida como ISIS-K, ha reclamado acciones similares contra chiitas en Kabul y otras partes del país.
Formado en 2015 por exmiembros de los talibanes de Afganistán y Pakistán, el ISIS-K ha cometido atentados contra los talibanes y la minoría chiita de Afganistán.
En mayo de 2021, explosiones de bombas en el exterior de una escuela para niñas en el oeste de Kabul mataron a por lo menos 90 personas.
Los ataques del grupo continuaron después de la toma del poder de los talibanes en agosto. ISIS-K se atribuyó explosiones en mezquitas en Kunduz y Kahandar que dejaron unos 200 muertos en octubre.
Los talibanes, que fueron acusados de cometer crímenes de guerra contra los chiitas durante su primer gobierno en la década de 1990, prometieron esta vez proteger a la comunidad y han condenado los ataques de ISIS-K.
Sin embargo, también han tratado de minimizar la amenaza. Este mes, el ministro de relaciones exteriores, Amir Khan Muttaqi, dijo que el gobierno interino mantiene a raya las actividades de ISIS-K en Afganistán.
"No ha habido operaciones en los últimos cuatro meses”, dijo Muttaqi a la televisión china. “Podemos decir que Afganistán es ahora un país seguro y estamos comprometidos con las promesas que hicimos al mundo: la promesa de que el suelo de Afganistán no será usado contra ningún país”.
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