La expansión económica estadounidense, la más prolongada de que se tienen registros, inicia su undécimo año y ha reducido el desempleo, aumentado los ingresos de las familias, revivido el mercado inmobiliario y ayudado a impulsar un explosivo crecimiento de la bolsa de valores.
No obstante, después de una década de crecimiento ininterrumpido, los estadounidenses más ricos concentran un porcentaje mayor de la riqueza de la nación que antes de la recesión que comenzó en 2007. El crecimiento de los ingresos fue flojo en un contexto histórico, y numerosos estadounidenses se sienten estancados.
Estas tendencias ayudan a explicar una característica única de esta expansión: Es la recuperación económica menos festejada en décadas.
El malestar de la gente ha aumentado y se está haciendo sentir, empezando con la elección de Donald Trump como presidente en 2016. Ahora los demócratas aspirantes a la presidencia presentan plataformas que incluyen impuestos a los ricos, aumentar el salario mínimo o reducir los costos de los seguros médicos y de la educación universitaria.
Las disparidades financieras de Estados Unidos han aumentado en buena medida porque la forma en que la gente crea riqueza se ha hecho más exclusiva.
Menos gente de clase media es propietaria de su propia residencia. Menos gente invierte en la bolsa de valores. Y los precios de las viviendas han subido más en las zonas metropolitanas costeras que en ciudades del interior y zonas rurales. Como resultado de eso la gente con dinero logró capitalizarse con sus viviendas mientras que decenas de millones de gente común se siente marginada.
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