Héctor Sarmiento, primer teniente y oficial retirado de la Guardia Nacional Bolivariana, entró -y salió- de ese cuerpo militar en Venezuela, inspirado por el ejemplo de su padre: "La Constitución establece que la Guardia Nacional esté encargada del orden interno del país".
Ahora, desde su exilio en Cúcuta, Colombia, mucha nostalgia por lo que un día fue, resume los días de este hombre que quiere volver a una fuerza armada distinta.
"Yo estaba enamorado de la Guardia Nacional", dijo Sarmiento en entrevista a la Voz de América.
Su tono de reproche sigue mientras cuenta que, -en más de dos décadas de gobierno socialista en Miraflores-, la fuerza armada retrocedió, pasando de ser el orgullo de la nación a un cuerpo politizado, corrupto y donde la meritocracia y la moral militar fueron barridas, -comenta-, por una ideología en función de la supuesta "lealtad" al sistema político instalado en Caracas desde 1998.
"Nunca me gustó la corrupción (...) Lo que yo aprendí dentro de mi formación no era lo que se veía en el mundo real", dijo.
Explicó que con frecuencia fue trasladado de unidad por no cumplir las expectativas de sus jefes.
"Choqué muchas veces con mis superiores cuando pedían cosas que estaban fuera del marco legal (...) pedían cuotas, pedían beneficios personales", aseguró.
Y es que cuando el mundo mira hacia Venezuela, su fuerza militar agrupada en el Ministerio del Poder Popular para la Defensa, es probablemente la institución que mejor muestra la polarización y pone al descubierto las disímiles incógnitas que se ciernen sobre la nación sudamericana en crisis.
La coexistencia de dos gobiernos paralelos, el que lidera el presidente en disputa Nicolás Maduro, y la gestión del líder opositor encargado, Juan Guaidó, no han hecho más que mostrar las fortalezas y las fallas de una fuerza armada en la que está puesta la esperanza de unos y otros, situados a ambos lados en la contienda por el poder en Venezuela.
Cuatro exoficiales exiliados en Colombia ofrecieron sus testimonios recientemente a la VOA. Son parte de los cientos de militares, -activos o no-, que dejaron el país después del 23 de febrero pasado, cuando Guaidó los convocó a seguirlo en la ruta de derrocar a Maduro.
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¿Qué pasó con los pilares?
Sarmiento, que es oriundo de Carabobo, -la ciudad donde tuvo lugar una de las más importantes batallas de la Guerra de Independencia de Venezuela en junio de 1821-, dice que la disciplina, la obediencia y la subordinación son los tres principios de la Fuerza Armada venezolana.
"Estos tres pilares se han ido quebrantando desde que el régimen entró al gobierno", dice y menciona al fallecido expresidente de Venezuela, Hugo Chávez: "Hizo cosas que eran indignantes". Asegura que desde entonces fueron reclutados y ascendidos personas sin requisitos, por el solo hecho de respaldar al chavismo.
El exmilitar Daniel Archer, de 26 años y también exiliado en Cúcuta, Colombia, dijo a la VOA que desde la carrera militar era visible el retroceso en cuanto a la doctrina militar: "No tomaban en cuenta los ascensos por mérito, sino (...) por sencillamente decir (consignas como) 'Chávez vive', 'Patria Socialista o Muerte, 'Independencia y Patria Socialista'".
Había que proclamarse, -dice Archer-, chavista y "estar comprometido con la revolución" para ser bien visto. "Los generales llegaban a las escuelas y decían que los cadetes tenían que ser chavistas", recuerda Archer.
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Lealtad y corrupción
Pedro Mendoza, exmilitar exiliado en Cúcuta, compartió con la VOA su respuesta para los que se preguntan dentro y fuera de Venezuela por qué el alto mando militar venezolano sigue del lado de Maduro, mientras se mantiene la presión para que abracen el cambio que representa Guaidó.
"La meritocracia desapareció de nuestro país (...) cualquiera puede ser militar. Quienes dirigen las fuerzas armadas hoy en día no necesariamente son los mejores generales, son generales que han llegado ahí no por méritos sino por otras cosas", dijo.
"Cómo es posible que en un comando o en cualquier unidad militar, se tenga como privilegiado a un colectivo (milicia armada pro-Maduro), -que no ha pasado por nada de este proceso de formación", se cuestionó Mendoza.
Entre los privilegios que gozan los colectivos chavistas, -a los que se les acusa de reprimir a civiles contrarios al gobierno-, Mendoza refirió comodidades como dormir en una cama, mientras los militares graduados debían dormir en el suelo. "¿Cómo es posible que un colectivo coma mejor que un militar?", expresó.
"Están integrando a los colectivos a la Fuerza Armada, algo que nunca en la historia se había visto, e incluso ni siquiera pasaba por la mente poder permitir este tipo de acciones. Pero hoy en día está sucediendo", dijo Mendoza.
Guaidó, que no ha conseguido el apoyo esperado de los militares desde que se proclamó como presidente encargado en enero pasado, sostiene que se ha roto la cadena de mando y que entre el 80 % y el 85 % de los militares quieren la transición. El apoyo masivo no se ha dado, -dice Guaidó-, debido a "la dictadura", que impide mantener una comunicación con los oficiales que siguen en los cuarteles. Dijo además que es necesario darles más garantías para que se pasen a las filas de los que buscan la salida de Maduro.
Guaidó sostiene que solo el alto mando militar está realmente con Maduro.
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Los colectivos y la protesta popular
El exoficial venezolano Víctor Mérida, quien entró en la academia militar con la esperanza de acabar con las bandas delictivas que circulan en el país, explicó a la Voz de América que la orden que tienen los llamados colectivos y la Guardia Nacional es la de impedir las protestas opositoras.
"Destruir por completo todas esas manifestaciones, esas marchas pasivas", dijo. "No dejar que la gente avance. No permitir a las personas el libre tránsito", dijo aludiendo a los grupos armados que respaldan a Maduro.
El general Vladimir Padrino, ministro de la Defensa que cerró filas con Maduro, dejó claro a comienzos de junio la tarea: "Aquí estamos con el propósito firme siempre, definido y determinado de seguir con Venezuela, su paz, su democracia, su estado de derecho, el pueblo y nosotros en unión cívico-militar. Todavía hay mucha energía, hay mucho que dar a la patria, mucho que dar a Venezuela".
A esta misma Fuerza Armada sigue hablando Guaidó, conminándola a ponerse, -sostiene-, "del lado correcto de la historia".
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Les ha dicho que la situación política, social y económica "es insostenible y demanda cambios estructurales urgentes" y que su aporte "es fundamental".
En mayo, convocó una manifestación "cívica y pacífica" en zonas cercanas a las unidades militares para llevar un mensaje: "La reforma de la justicia militar es un elemento primordial para garantizar el respeto a nuestra Fuerza Armada. Conocemos las injusticias cometidas contra miembros de la institución y es firme nuestro compromiso de que la retaliación política contra los oficiales y la tropa no vuelva a ocurrir".
También en su cuenta de Twitter, Guaidó colgó un video con el reclamo de venezolanos que apoyan su plan de poner fin al mandato de Maduro.
Por ahora, un pesar se cierne sobre oficiales como Sarmiento, ahora en el exilio: "No hicimos nada para sacar ni a Hugo Chávez Frías ni a Nicolás Maduro".
(Este reportaje es el segundo de una serie sobre los militares en Venezuela)