El cacerolazo y movilización del denominado 8N – 8 de Noviembre – contra el gobierno argentino y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que creció a través de las redes sociales después de la anterior protesta de 13 de septiembre, superó todos los pronósticos. Un millón de personas se congregaron en las calles, plazas y monumentos históricos del Gran Buenos Aires.
Las manifestaciones más importantes fueron en el Obelisco, la Plaza de Mayo, la Casa Rosada – Gobierno – el Congreso Nacional y la Residencia Presidencial de Olivos.
También se produjeron marchas en las principales ciudades del interior del país como Córdoba, Mendoza, Rosario, Salta, Tucumán, La Plata y Mar del Plata; y en los pueblos más pequeños.
Las consignas fueron múltiples: la inseguridad, la inflación, la corrupción, la falta de justicia, los ataques a la libertad de expresión, el cepo a la moneda extranjera, los intentos de reforma de la Constitución nacional y de reelección presidencial.
“Pedirle disculpas a los jóvenes, pedirle disculpas porque no supimos votar, o porque creímos, nos engañaron”, gritaba Amanda Rodríguez, un ama de casa bonaerense. “Yo la voté a Cristina, yo la fui a ver y no nos escucha. La gente es pacífica, la gente quiere justicia, quiere que no, ¿porque la votó el 54% solo es derecho de esos? ¿Y de los demás que somos? Los impuestos los pagamos todos”, decía.
Celia Calvo, una ex empleada bancaria mostró su inconformidad y frustración. “Porque soy jubilada, entonces tengo que sufrir todos los días, contar el centavo para llegar a fin de mes, porque estoy cansada de que no haya libertad, que (el gobierno) esté lleno de corruptos”, aseguró.
De la misma manera, argentinos residentes en el exterior se manifestaron en las embajadas nacionales de Londres, París, Madrid, Roma, Sídney, Bogotá, Santiago de Chile, Río de Janeiro, New York, Miami, Atlanta, entre otros.
“Yo la voté, pero me defraudó, me defraudó porque no se cumplió nada de lo que prometió”, dijo Ernesto Villa, un arquitecto.
A diferencia del cacerolazo anterior, cuando programó un acto casi en simultáneo en la provincia de San Juan, esta vez la presidenta decidió seguir las protestas desde su residencia. Pero al mediodía, hizo una visita a la ciudad de Ezeiza para inaugurar un centro cultural y evitó hablar de la manifestación y, en cambio, recordó a su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner.
"Lo que me transmitió fue no aflojar nunca, ni en los peores momentos", dijo Fernández de Kirchner.
El gobierno solo se pronunció a través del senador oficialista y exjefe de Gabinete kirchnerista Aníbal Fernández quien desestimó la multitudinaria protesta de la noche del jueves contra el gobierno argentino.
"Ni me quitó el sueño el día de ayer, ni me quita el sueño el día de hoy", aseguró Fernández, habitual vocero de la opinión gubernamental.
Las manifestaciones más importantes fueron en el Obelisco, la Plaza de Mayo, la Casa Rosada – Gobierno – el Congreso Nacional y la Residencia Presidencial de Olivos.
También se produjeron marchas en las principales ciudades del interior del país como Córdoba, Mendoza, Rosario, Salta, Tucumán, La Plata y Mar del Plata; y en los pueblos más pequeños.
Las consignas fueron múltiples: la inseguridad, la inflación, la corrupción, la falta de justicia, los ataques a la libertad de expresión, el cepo a la moneda extranjera, los intentos de reforma de la Constitución nacional y de reelección presidencial.
“Pedirle disculpas a los jóvenes, pedirle disculpas porque no supimos votar, o porque creímos, nos engañaron”, gritaba Amanda Rodríguez, un ama de casa bonaerense. “Yo la voté a Cristina, yo la fui a ver y no nos escucha. La gente es pacífica, la gente quiere justicia, quiere que no, ¿porque la votó el 54% solo es derecho de esos? ¿Y de los demás que somos? Los impuestos los pagamos todos”, decía.
Celia Calvo, una ex empleada bancaria mostró su inconformidad y frustración. “Porque soy jubilada, entonces tengo que sufrir todos los días, contar el centavo para llegar a fin de mes, porque estoy cansada de que no haya libertad, que (el gobierno) esté lleno de corruptos”, aseguró.
De la misma manera, argentinos residentes en el exterior se manifestaron en las embajadas nacionales de Londres, París, Madrid, Roma, Sídney, Bogotá, Santiago de Chile, Río de Janeiro, New York, Miami, Atlanta, entre otros.
“Yo la voté, pero me defraudó, me defraudó porque no se cumplió nada de lo que prometió”, dijo Ernesto Villa, un arquitecto.
A diferencia del cacerolazo anterior, cuando programó un acto casi en simultáneo en la provincia de San Juan, esta vez la presidenta decidió seguir las protestas desde su residencia. Pero al mediodía, hizo una visita a la ciudad de Ezeiza para inaugurar un centro cultural y evitó hablar de la manifestación y, en cambio, recordó a su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner.
"Lo que me transmitió fue no aflojar nunca, ni en los peores momentos", dijo Fernández de Kirchner.
El gobierno solo se pronunció a través del senador oficialista y exjefe de Gabinete kirchnerista Aníbal Fernández quien desestimó la multitudinaria protesta de la noche del jueves contra el gobierno argentino.
"Ni me quitó el sueño el día de ayer, ni me quita el sueño el día de hoy", aseguró Fernández, habitual vocero de la opinión gubernamental.