Miles de personas hacen fila semanalmente en diferentes puntos de España para conseguir alimentos. Es un fenómeno que se conoce como “colas del hambre” y que tuvo especial importancia durante la pandemia, cuando muchas familias residentes en España se quedaron sin trabajo y tuvieron que depender de ayudas sociales.
Ahora, en un nuevo contexto de crisis y mientras la inflación deja huella a nivel mundial, el número de personas que hace cola para obtener alimentos ha vuelto a crecer.
“Hemos notado como un 30 % de incremento. Nos encontramos perfiles de gente que nunca, nunca se pensaría que iba a solicitar alimentos, de clase media”, explica Inmaculada Giménez, responsable del departamento de comunicación de la Fundación Madrina, una institución con sede en Madrid que apoya, sobre todo, a las madres y a los lactantes con productos como leche, pañales, ropa y juguetes y también les proporciona atención sanitaria a los que se quedan fuera del sistema de seguridad social por su situación irregular.
Durante la pandemia la organización atendía a 400 personas al mes y actualmente superan los 3.000 beneficiados.
“Las colas del hambre no han desaparecido, al contrario, están creciendo de nuevo”, añade Conrado Giménez, fundador de la institución.
“Pensamos que es la punta del iceberg, porque ahora, con la llegada del invierno, tienen que pagar electricidad, estufas (…) Va a haber una situación de emergencia social”, sostiene.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en octubre la inflación en España descendió 1,6 puntos en comparación con el mes de septiembre y el país se convirtió en la segunda nación de la Unión Europea con menor tasa inflacionaria por detrás de Francia. Sin embargo, conseguir alimentos básicos sigue siendo un reto para muchas familias, en especial, para las que forman parte del colectivo de migrantes.
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Auristela Soler llegó de Venezuela embarazada hace 5 meses. Explica que la Fundación Madrina le proporcionó atención médica antes y después del parto. Aunque trabaja algunas horas como limpiadora, acude semanalmente al banco del bebé de la organización junto a su hija para obtener alimentos y productos.
“Es bastante el costo para vivir pagando alquiler y con niños, además tengo otro niño de 11 años”, dice.
Marta Flores, una migrante peruana que lleva años residiendo en España, explica que su situación económica cambió a causa de la pandemia y la crisis generada por la guerra de Ucrania. Ahora acude cada semana al banco del bebé junto a su hijo de 5 meses en busca de productos como leche y pañales.
“Por lo que ha pasado, por lo de la guerra y todo esto, todo ha subido, se nota en la comida, los pañales, la leche… en todo. Todo ha subido. Antes veíamos la situación diferente, pero hay que pensárselo mucho si quieres venir a España a emigrar”, comenta.
Pero la inflación y la crisis también afectan a los donativos. Una portavoz del Banco de Alimentos de Madrid, una fundación privada que abastece con productos alimenticios a más de 500 organizaciones, entre ellas la Fundación Madrina, dijo a la VOA que en los últimos meses la cifra de donaciones ha descendido.
Sergio Contreras, venezolano y cofundador de Refugiados Sin Fronteras, una fundación que lucha por proporcionar 2,5 de alimentos a los más vulnerables, destaca que a causa de la inflación, cada vez se enfrentan a más dificultades para atender a todas las familias que acuden a su sede en busca de alimentos.
“(La crisis) Influye en el costo del traslado de los alimentos, en lo que estamos pagando en gasolina para poder buscar los alimentos. Cada vez es más difícil, parece mentira, pero atender a 100 familias más tiene un impacto importante", afirma.
Muchos de los que acuden a las "colas del hambre" de la institución son de origen venezolano.
“Casi la mayoría trabajamos, pero lo que ganamos es para pagar el alquiler y los servicios del día a día, pero esto es una ayuda que bastante nos sirve”, dice la venezolana Ofelia Márquez, una de las beneficiarias.
“Están haciendo una labor extraordinaria, una labor extraordinaria. Estoy muy agradecido, muy agradecido” comenta por otro lado Julio, un español que acude cada semana a la fundación para llenar su carrito de alimentos.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania el gobierno español aprobó una serie de ayudas para contrarrestar los efectos de la inflación y el precio del gas. Sin embargo, instituciones que luchan por los derechos humanos, como Human Rights Watch , denuncian que la red de seguridad social de España “es inadecuada para satisfacer las necesidades fundamentales de las personas que viven en la pobreza”.
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