Casi cinco meses después de que los militares tomaron el control en Myanmar, las manifestaciones en todo el país de la “Revolución de primavera” desataron una represión que ha costado la vida de cientos de personas.
Sin embargo, las fuerzas armadas no se han limitado a arremeter contra los manifestantes, también han ido tras los periodistas que los reportan.
Mratt Kyaw Thu, de 31 años, es uno de los que logró escapar. Partió hace meses en un vuelo hacia Madrid y ahora es uno de los miles buscados por las fuerzas armadas.
Dice que la represión continuada es difícil de observar.
“Me siento tan deprimido”, dijo a la Voz de América en una entrevista por teléfono este mes. “Estuve llorando todo el día, no sé qué hacer”.
Los militares birmanos, el Tatmadaw, han usado el código penal del país para perseguir a todo el que interfiera con las operaciones del gobierno. Los que son declarados culpables enfrentan años de cárcel.
Mratt Kyaw Thu dijo que la amenaza de cárcel nunca lo preocupó, pero el miedo a ser detenido y torturado era demasiado.
“Es muy común de los militares torturar toda la noche y llamar a un familiar para que vaya a recoger el cadáver por la mañana”, relató a la VOA.
Los militares han detenido a miles desde el golpe el 1 de febrero, incluso a muchos miembros de la prensa. El liberado editor estadounidense Nathan Maung recientemente habló de su experiencia: fue golpeado, interrogado, privado de comida y agua, mientras que el periodista estadounidense Danny Fenster permanece en la prisión de Insein en Rangún.
Mratt Kyaw Thu decidió salir de Myanmar cuando vio las imágenes grotescas del político de la Liga Nacional para la Democracia (LND), quien fue torturado y asesinado.
“Los militares lo torturaron, e incluso le vertieron agua caliente por la garganta … la lengua y los ojos se le saltaron. Esa foto me impactó mucho”, dijo Thu.
Mratt Kyaw Thu lleva 10 años como periodista. En 2017 ganó el premio Kate Webb de la Agencia de Prensa Francesa (AFP) por su cobertura del genocidio de los rohinyá.
Después que los militares bloquearon internet, trabajó para reportar información verídica sin distorsiones de los grupos pro militares, pero la junta rápidamente denunció su trabajo.
“Creo que fue el 12 de febrero cuando anunciaron mi nombre como noticias falsas”.
Nuevamente llamó la atención en marzo por una entrevista a un general que había desertado y se unió al Movimiento de Desobediencia Civil, una campaña prodemocracia que ha promovido huelgas.
También lea Aung San Suu Kyi asiste en persona a audiencia judicial en MyanmarUn altercado durante protestas en Rangún lo aterrorizó.
“Dos policías emergieron de pronto frente a mí, me apuntaron con sus armas y dijeron: ‘Si usted no es un manifestante, váyase. No quiero dispararle’. En ese momento yo estaba muy asustado, muy temeroso”, dijo Thu.
“Estaban listos para disparar a cualquiera que estuviera contra ellos. Fue una experiencia horrible”.
El periodista ulteriormente abandonó Rangún después de esconderse en un “área de escape” con grupos rebeldes étnicos armados. El 5 de abril, los militares anunciaron una orden de arresto en su contra. Logró ocultarse en aldeas cerca de la frontera, evadiendo bombardeos en el área.
“Toda la aldea tuvo que trasladarse, tuvo que huir a la selva. Tuvieron que dejar sus casas y fue muy traumático para ellos”, recordó.
Finalmente, Mratt Kyaw Thu, logró obtener una visa para España. Primero intentó pedir asilo en Alemania durante una escala en Frankfort, pero se la negaron bajo la reglas de asilo de la Unión Europea.
Allí pasó 38 días en un centro de detención del aeropuerto con poco que hacer y ningún contacto con el mundo exterior.
Las restricciones por el COVID-19 le impedían “incluso conversar con las personas”. Por fin fue liberado y llegó a España el 1 de junio.
Aunque está seguro, Mratt Kyaw Thu admite que lucha para adaptarse. Y siente culpabilidad.
“Puedo beber café, salir de compras. Al mismo tiempo mucha gente está muriendo en mi país, arriesgando sus vidas. Yo estoy aquí si hacer nada. Me siento tan culpable”.
No obstante, sigue revisando las noticias y reportando sobre la situación en Myanmar en sus cuentas de redes sociales. En Facebook, tiene más de 495.000 seguidores.
Tampoco tiene ilusiones de regresar.
“Mientras el dictador Min Aung Hlaing esté en el poder no puedo volver”, concluyó Thu. “Soy un fugitivo para siempre”.
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