La devastación generalizada que dejó el huracán Helene salió a la luz el lunes en todo el sur, revelando un páramo de casas destrozadas, contenedores de carga aplastados y carreteras cubiertas de barro en una de las peores tormentas en la historia de Estados Unidos. El número de muertos aumentó a 121.
Se estaba desarrollando una crisis en el oeste de Carolina del Norte, donde los residentes varados por carreteras arrasadas y por falta de energía y servicio celular hicieron fila el lunes para recibir agua potable y tener la oportunidad de enviar mensajes a sus seres queridos para avisarles que se encuentran sanos y salvos.
Al menos 121 muertes en seis estados del sureste se han atribuido a la tormenta —cifra que aumentó el lunes cuando surgió una imagen más clara del daño que infligió en un área que se extiende desde la costa del Golfo de Florida hacia el norte hasta las Montañas Apalaches en Virginia.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, advirtió que el número de víctimas aumentará a medida que los rescatistas y otros trabajadores de emergencia sigan llegando a zonas aisladas por carreteras derrumbadas, infraestructura defectuosa e inundaciones generalizadas.
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Durante una sesión informativa el lunes, la asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall, sugirió que hasta el lunes por la tarde hasta 600 personas siguen desaparecidas, y señaló que algunas podrían haber muerto.
Funcionarios y grupos de ayuda estaban trabajando para llevar suministros básicos por vía aérea, camión y mula al centro turístico de Asheville, muy afectado, y sus pueblos montañosos circundantes.
La destrucción y la desesperación eran inimaginables. Un contenedor de carga aplastado yacía encima de un puente que cruzaba un río con agua marrón fangosa. Botes volcados, muelles de madera astillados y troncos de árboles cubrían la superficie de un pintoresco lago escondido entre las montañas.
El huracán Helene tocó tierra el jueves por la noche como una tormenta de categoría 4 en el norte de Florida, con vientos de 225 kilómetros por hora (140 millas por hora). Tras debilitarse, el meteoro atravesó Georgia y posteriormente llegó a las Carolinas y Tennessee, donde arrojó lluvias torrenciales que desbordaron ríos y arroyos y dejaron las presas al límite.
Por su parte, la tormenta tropical Kirk se formó el lunes en el este del Océano Atlántico y se espera que se convierta en un “huracán grande y poderoso” el martes por la noche o el miércoles, de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
La tormenta se encuentra a unos 1.125 kilómetros (700 millas) al oeste de las islas de Cabo Verde con vientos máximos sostenidos de 70 km/h (45 mph). Las autoridades no han emitido vigilancias ni advertencias costeras y de momento el sistema de tormentas no amenaza con tocar tierra.
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