El Partido Laborista ascendió al poder el viernes en Reino Unido después de más de una década en la oposición, después de que los hastiados votantes le dieron al partido una abrumadora victoria — pero también la enorme tarea de revitalizar a una economía estancada y a una nación desencantada.
El líder del partido, Keir Starmer, se convertirá oficialmente en primer ministro más tarde el viernes, llevando a su partido de regreso al poder menos de cinco años después de que sufrió su peor derrota en casi una década. En la despiadada coreografía de la política británica, asumirá el cargo en el número 10 de Downing Street horas después de que se contabilizaron los votos del jueves, mientras el líder del Partido Conservador Rishi Sunak deja el lugar a toda prisa.
“Un mandato como este viene con una enorme responsabilidad”, reconoció Starmer en un discurso a sus simpatizantes, asegurando que la lucha para recuperar la confianza de la población después de años de desilusión “es la batalla que define nuestra era”.
En su discurso a primeras horas del amanecer en Londres, dijo que los Laboristas ofrecerían un “rayo de esperanza, tenue al principio, pero fortaleciéndose a lo largo del día”.
Sunak concedió la derrota, diciendo que los votantes habían dado un “veredicto aleccionador”.
Tras computarse casi todos los resultados, el Partido Laborista ganó 410 de los 650 escaños en la Cámara de los Comunes, por 118 del Partido Conservador.
Para Starmer se trata de un contundente triunfo que presentará enormes desafíos, ya que enfrenta a un electorado harto e impaciente de cambios en un marco poco alentador de malestar económico, una creciente desconfianza en las instituciones y una frágil estructura social.
“Nada ha salido bien en los últimos 14 años”, dijo James Esrkine, un votante de Londres que se expresó optimista por el cambio horas después del cierre de casillas. “Veo esto como un potencial cambio sísmico, y eso es lo que espero”.
Y eso es lo que prometió Starmer, diciendo: “El cambio comienza ahora”.
Anand Menon, profesor de política europea y asuntos internacionales en el King's College London, dijo que los votantes británicos estaban a punto de ver un marcado cambio en el ambiente político respecto a la tumultuosa “política como una pantomima” de los últimos años.
“Creo que vamos a tener que acostumbrarnos nuevamente a un gobierno relativamente estable, en el que los ministros permanezcan en el poder por mucho tiempo, y en el que el gobierno sea capaz de pensar más allá de un corto plazo hacia objetivos a mediano plazo”, puntualizó.
Reino Unido ha experimentado una serie de años turbulentos —algunos de ellos obra del Partido Conservador, y otros no— que han causado pesimismo entre los votantes respecto al futuro de su país. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, seguida de la pandemia de COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania golpearon a la economía, mientras que las fiestas durante el confinamiento del entonces primer ministro Boris Johnson y su personal causaron una indignación generalizada.
El aumento de la pobreza, la tambaleante infraestructura y un desbordado Servicio Nacional de Salud detallan el estado del país.
La sucesora de Johnson, Liz Truss, sacudió todavía más a la economía con un paquete de drásticos recortes fiscales y duró apenas 49 días en el cargo. Truss perdió su escaño a manos del Partido Laborista, y fue parte de una serie de experimentados miembros del partido que cayeron víctimas de la jornada electoral.
Aunque el resultado parece revertir la reciente tendencia electoral hacia la derecha en toda Europa, incluidos Francia e Italia, muchos de esos trasfondos populistas fluyen en Reino Unido. El líder reformista Nigel Farage ha enturbiado la contienda con el lema de su partido de “recuperar nuestro país” y le restó apoyo a los Conservadores, e incluso ganó votos de los Laboristas.
El resultado es una catástrofe para los Conservadores luego que los votantes los castigaron por 14 años de presidir durante la austeridad, el Brexit, una pandemia, escándalos políticos y conflictos internos.
El histórico revés —el menor número de escaños en dos siglos de historia del partido— lo deja reducido y a la deriva y posiblemente desate una contienda inmediata para reemplazar a Sunak como líder.
En un indicio del inestable ánimo del público y de su indignación ante el sistema, el próximo Parlamento estará más fracturado y tendrá una ideología más diversa que cualquier otro de los últimos años. Algunos partidos más pequeños ganaron millones de votos, incluidos los centristas Liberal Demócratas y el Reform UK de Farage. Ganó cuatro escaños, incluido uno en la ciudad costera de Clacton-on-Sea, asegurándose un lugar en el Parlamento en su octavo intento.
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